JORGE YOSHIYAMA ¡CANTÓ!
Lo que debe hacerse para avanzar en la lucha contra la gran corrupción
Escribe: Federico Romero. Red Obrera
El sobrino
del operador de la campaña del fujimorismo en 2011, contó con lujo de detalles
de qué manera blanqueó 800 mil dólares (de procedencia ilícita) para ingresarlos
a la campaña de ese entonces, usando la modalidad del “pitufeó”. Así se confirmó
con éxito particular la hipótesis de investigación del fiscal José Domingo
Pérez y las medidas dictadas por el juez Concepción Carhuancho, en el proceso
que se le sigue a la cúpula de Fuerza Popular y por el que Keiko Fujimori y
otros de sus socios se encuentra con prisión preventiva.
Muchos han
cuestionado los pedidos del fiscal como las órdenes del juez: las prisiones
preventivas, el allanamiento de local partidario y de domicilios, la
interceptación de las comunicaciones, las presiones para lograr delaciones y
declaraciones, así como el uso del calificativo de “organización criminal”. Lo
cierto es que de este modo se ha logrado la declaración decisiva de Yoshiyama, que
dos congresistas de Fuerza Popular y otros cinco personajes claves de dicho
grupo, “colaboren”. Los resultados están a la vista. Ahora un hecho que es
público y notorio (el financiamiento ilícito), tiene evidencias y confesiones
que permiten que pueda juzgarse y los culpables ser castigados debidamente.
Este es el
modo como se debe proceder para que no ocurra la prescripción que por años utiliza
Alan García para rehuir a la justicia, para que no ocurran fugas como la de
Toledo y recientemente del juez Hinostroza, para evitar la infinidad de enredos
judiciales con la que otros grandes corruptos se protegen con el dinero que
robaron, esperando que sus delitos prescriban y se archiven. La norma en la
historia de la República es: un carterista es encarcelado y se pudre en cárcel,
mientras los grandes ladrones burgueses y de cuello blanco son impunes.
La pregunta
que cae por peso propio es: ¿por qué no
se procede igual en todos los casos?
¿Por qué no intervienen ya las cuentas y confiscan los bienes de PPK y sus
colaboradores inmediatos, varios de ellos hoy en el Congreso y en el Ejecutivo?
¿Por qué no se hace lo mismo con Alan García, Humala, Susana Villarán y sus
entornos? Es más: ¿por qué no se hace lo mismo con el principal responsable de
la mega corrupción, Odebrecht, que tranquilo sigue cobrando peajes de robo que
son productos de la corrupción, y con sus empresas consorciadas que también
siguen haciendo negocios, como Graña y Montero?
“Presunción de inocencia”
Antes de
responder a estas preguntas, hay un primer debate sobre los “métodos” de la
justicia y, en particular, sobre la llamada presunción de inocencia”.
Es entendible
que fujimoristas y antifujimoristas asuman posiciones enfrentadas en este
debate teñidos, como están, de una carga subjetiva. Por ejemplo, Marco Arana y
Marisa Glave (que han hecho del antifujimorismo una razón para justificar, por
ejemplo, atrocidades como su apoyo a PPK), celebran la detención de Keiko
Fujimori; pero se dan media vuelta y al mismo tiempo reclaman la libertad de
Lula Da Silva en Brasil bajo diciendo que es un “perseguido político”, cuando en
su caso es peor: en él no hay “prisión preventiva” sino ejecución de una
sentencia luego de 7 años de investigación en libertad. Es más: Lula fue la
cabeza de la corrupción junto con Odebrecht.
En el caso
de los hoy fanáticos defensores de Keiko, que en su defensa gritan “presunción
de inocencia” (incluso periodistas de presunta independencia como Federico
Salazar, lo sustentan), ellos como todos los “demócratas” que se rasgan las
vestiduras por semejante “atropello”, jamás alzaron su voz de protesta (ni
esperamos que lo hagan), contra la abusiva “detención preventiva” que se aplica contra luchadores sociales. Fue
el caso de los 3 indígenas por el caso del Baguazo que sufrieron 3 años de
cárcel. Fueron los casos escandalosos de los dirigentes mineros Pedro Condori y Rony Cueto, encarcelado en diferentes momentos por el delito de
encabezar una lucha contra la criminal tercerización laboral en su sector, sin
que ninguno de aquellos señores alzara su voz.
Podemos
decir que lo mismo ocurre en otras latitudes. En Argentina, el dirigente obrero
y del PSTU, Daniel Ruiz, sufre
“detención preventiva” para “comprobarle si cometió algún delito”, cuando en
realidad es víctima de la persecución del gobierno Macri en su intento de frenar
la enorme bronca popular contra sus medidas de ajuste.
Es un hecho
que la presunción de inocencia es un derecho ganado bajo el estado burgués, y
como todo derecho democrático los trabajadores lo defendemos para que la “detención
preventiva” no se use contra nosotros, contra nuestras organizaciones y nuestras
luchas.
Pero, como
todo bajo el estado burgués tiene un sello de clase y esto alcanza a las mismas
leyes. Por eso la “presunción de
inocencia” se aplica a favor del poderoso, que tiene más plata (el caso de
los cuatro empresarios de las empresas “consorciadas” que fueron liberados) y/o
tiene poder político (Alan García). Pero los
que siempre vamos a la cárcel somos los trabajadores y luchadores sociales,
como hemos visto.
Por ello la
“prisión preventiva” contra Keiko Fujimori (y las otras medidas dictadas en
dicha investigación), siendo una excepción bajo la justicia burguesa no deja de
ser una victoria. Además, está bien
aplicada porque hay indicios y evidencias de lavado de dinero y organización
criminal como se viene probando. Pero cabe preguntarse, ¿por qué es una
excepción? ¿Teniendo dinero y poder político cómo así le cayó la ley? Por un
cambio en la correlación política de fuerzas: en su caída ha sido determinante el movimiento juvenil y popular desatado
contra la corrupción y el fujimorismo. Y lo definitivo ha sido la
circunstancia de que la mejor forma que encontró el Gobierno para salvar su
orfandad política, fue aliarse con el sector burgués antifujimorista y pasar a
la ofensiva contra éste, aprovechando su enorme desgaste producto de sus
propias trapacerías. De este modo, para tener a Keiko en la cárcel, hemos tenido
que pagar el precio de ver encumbrado a un mediocre presidente que nada hace
para resolver las demandas obreras y populares pero sí para garantizar las
ganancias capitalistas mientras protege a sus propios corruptos.
¿Hay “lucha contra la corrupción”?
Ya sabemos,
entonces, qué debe hacerse para combatir la corrupción hasta el fin: la prisión
preventiva debe aplicarse sin atenuante alguna en casos de corrupción. Además,
se debe dictar una legislación especial para combatirla con medidas como la
confiscación de bienes y cuentas bancarias, la duplicación de las penas por
robo al Estado, la anulación de beneficios penitenciarios, la no prescripción
de estos delitos. Asimismo, debe instrumentarse y financiarse verdaderos
equipos con capacidad de investigar hasta el final estos casos, y con
fiscalización de organismos sindicales y sociales que somos los más interesados
y barrer con todos ellos.
¿Esto es lo
que se está haciendo? Lamentablemente, no. Saludamos las buenas intenciones del
fiscal Pérez y del juez Concepción, pero un fiscal no hace a la Fiscalía como una
golondrina no hace verano. En un Estado
burgués absolutamente podrido no es posible encontrar justicia con sus
instituciones. Solo miremos los casos de los despedidos y “ceses
colectivos” que se extienden mientras el Estado y la justicia no hacen ni dicen
nada. Por ello mismo las medidas que se dictaron contra los ejecutivos de las empresas
consorciadas, y contra Ollanta Humala y Nadine Heredia, fueron revocadas. Por
eso mismo la detención preventiva de Keiko Fujimori puede también retroceder.
No hay ninguna garantía de que se avance
en la investigación contra Keiko ni contra los demás corruptos. Todo parece
indicar que se puede aplicar la ley a un sector político burgués que cae en
desgracia, mientras el otro de la misma calaña o peor, toma sol en Miami o en Madrid,
o siguen haciendo pingues negocios con el Estado. Para no ir tan lejos veamos
solo lo que hace el gran paladín “anticorrupción” Vizcarra: dice que “combate” a
la corrupción y lo único que ha hecho hasta hoy es convocar un referéndum para
cuatro reformas de poca monta y que no cambiarán nada el actual estado de cosas;
además él mismo tiene denuncias, sigue rodeado de corruptos y se sigue reuniendo
con su mentor PPK…
Detrás de un
fiscal que habla como justiciero y un presidente que habla más de lo que hace,
ambos adulados por los grandes medios de prensa tampoco nada santos, se nos quiere
vende el cuento de que se avanza en la lucha contra la corrupción, cuando en
los hechos se intenta rodear de impunidad a otros grandes corruptos del caso
Lava Jato ¡Vaya, justicia en el país!
¿Qué hacer?
Lo que hay
que saber es que no habrá justicia verdadera con un Estado burgués corrupto,
con instituciones corruptas, con un Congreso y un Ejecutivo capturados por la
corrupción.
La verdadera
justicia solo se obtendrá con la movilización popular y con luchas como la que realizaron
los jóvenes contra el fujimorismo. Pero que debe convertirse en una movilización contra todos los corruptos.
Para ello el
punto de partida es no embriagarnos, como hacen algunos burgueses y sus voceros,
por la cárcel de Keiko Fujimori, mientras protegen a sus propios corruptos. Se
trata de ampliar la movilizarnos para defender la continuidad de este proceso y
para que llegue hasta el fin, hasta que desfilen con el mismo chaleco de
“detenido” y enmarrocados, Alan García, Toledo, Villarán, Humala y los
capitostes de Odebrecht y Graña y Montero. Para “limpiar” la Fiscalía y el
Poder Judicial no solo de Chávarry sino de todos los corruptos. Para barrer al
Congreso y al Gobierno manchados también con la corrupción. Para que se dicte
una nueva y verdadera legislación anticorrupción y se establezca un verdadero
sistema de justicia, y en contrapartida, para que proteja a los luchadores y
luchadoras exigiendo la derogatoria de las leyes que criminalizan las luchas, el
derecho a defensa ante la represión, el derecho a manifestarse, no a la impunidad
ni al gatillo fácil. Le reclamemos al capitalismo que se presume “democrático”
y justo que al menos respete nuestro derecho a protestar y no sufrir cárcel, ni
ser abaleado ni perseguido, por reclamar justicia y libertades bajo su régimen.
Y para que
esta movilización sea sostenible y vaya hasta el final como necesitamos todos, garantizar en ella la presencia del
conjunto de la clase obrera, para lo cual se requiere también asumir sus
demandas contra los despidos, los ataques a la libertad sindical y los salarios
de hambre. Si alguien conoce la cruda injusticia, ella es la clase obrera que
tiene una y mil razones para ser parte de esta lucha y ayudar a inclinar la
balanza en favor de los las mayorías pobres y explotadas.
Solo con la
clase obrera y todo el pueblo movilizado, podremos hacer justicia y acabar con
la corrupción. Solo con nuestras fuerzas movilizadas podremos abrir una
perspectiva de verdadera justicia social, postulando un nuevo sistema social que
erijamos los trabajadores sobre las ruinas del podrido sistema capitalista que
nos gobierna.
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