APOYO A LA LUCHA DEL CAMPO. ABAJO LA REPRESIÓN DE SAGASTI

 


Decidido a defender los negocios patronales, el gobierno Sagasti despertó de su agonía y despliega una fuerte represión policial contra el reinicio de la huelga agraria pretendiendo doblegarla. Se equivoca: la lucha escalará. En las movilizaciones ya se escucha el grito de ¡Fuera Sagasti!

El gobierno despliega una fuerte represión en el Sur y Norte intentando recuperar el control de las carreteras. El gobierno surgido contra la represión a las manifestaciones juveniles de noviembre y que reivindicó como héroes a los jóvenes muertos en ellas, hoy reprime cual dictadura, con saña y alevosía, a otra juventud, a la juventud obrera del campo alzada esta vez contra la sobreexplotación capitalista.

Dos mil miembros de la PNP se han desplegado al Sur y al Norte para reprimir las manifestaciones. Como si fuera un escenario de guerra se dispara bombas lacrimógenas a granel desde helicópteros sobre las carreteras bloqueadas y asentamientos humanos donde la población organiza la lucha. En los enfrentamientos la policía dispara al cuerpo y causa numerosos heridos, detienen a otros y amenaza con producir un mayor derramamiento de sangre a la que produjo en la primera huelga.

Pero esos jóvenes obreros y obreras del campo no se dejan subyugar y muestran que tantos años de abuso y explotación solo han templado su coraje e indignación, y se organizan mejor resistiendo la represión, defendiéndose con piedras y palos, organizando barricadas, atendiendo a sus heridos y logrando hacer retroceder a la policía y retomando el control de trechos de la carretera.

El enfrentamiento es absolutamente desigual. Pero a la insania se responde con coraje. A las bombas y balas se responde con piedras y palos. A la estrategia militar de los represores se responde con autodefensa popular. No puede ser de otro modo cuando de un lado actúan los esbirros que comandan Sagasti y la CONFIEP, y del otro el pueblo obrero en lucha.

Para hacer mejor ésta sucia tarea todos los medios de prensa adictos al Gobierno se han puesto a su servicio desinformando y deslegitimando la lucha. Los mismos que ayer justificaron las marchas contra Merino, hoy las señalan de turbas. Los mismos que ayer apoyaban la ocupación de todas las calles del centro de Lima y del país, hoy gritan por “el derecho al libre tránsito en las carreteras”. Los que señalaron a los represores de ayer y alababan a la “generación del bicentenario”, hoy alientan a la represión y acusan a esa misma generación de subversivos. Y es que, entonces, en la caída de Merino, ellos jugaban su propio intereses (lo que luego sellaron con la elección de Sagasti), y ahora, de manera burda, defienden los negocios de sus amos de la CONFIEP.

Aquí no se trata del Congreso o de la simple aprobación de la Ley. Se trata de que el gremio empresarial no desea atender, ni siquiera en parte, la principal demanda obrera que es un salario de 70 soles, y por ello no ha dado pase a la aprobación del proyecto de ley. Luego de su enredo de 15 días ahora el Congreso pretende lograr un acuerdo en 48 hrs. para que el nuevo proyecto sea sometido a aprobación el martes 29 señalado como fecha de término de la legislatura. Lograr dicho “consenso” es imposible porque la patronal solo quiere soltar migajas. Por eso lo que se pretende es la imposición con la entrega de migajas enfocándose en aislar y reprimir a los sectores más combativos.

Pero la imposición de este plan no es ni será fácil. El pueblo obrero pobre y sobrexplotado cuenta con decenas de miles de miembros y tiene suficiente energía y coraje para superar nuevas burlas y engaños, para enfrentar la represión y sostener su lucha, en defensa de su legítima aspiración a un salario de 70 soles. La lucha recién empieza y las fuerzas en contienda aún no han agotado todas sus fuerzas. El mismo Gobierno tiene el recurso de suspender las garantías y sacar al ejército a reprimir, tal como ya se piden desde las orillas de la CONFIEP. Pero este recurso no solo traerá más sangre sino exacerbará el conflicto. Ante ella, se pone en pie la autodefensa popular, un derecho que se justifica por la barbarie de la represión y la justicia de las demandas, derecho que debemos defender tanto como aprender de ella porque desde el Estado represor se lo denigra y reprime.

En medio de esta situación, en las movilizaciones se escucha el grito de Fuera Sagasti. No es casual porque los proletarios del campo se sienten engañados por el Gobierno que burló su compromiso de atender sus demandas apenas levantada la huelga anterior, y más aún ahora con la ofensiva desplegada en defensa descarada de los intereses de los latifundistas agrarios. Lo mismo sucede en otros sectores: la ley ONP ha sido observada, la ley que deroga el DU 014 que reconoce la libre negociación colectiva en el sector público también ha sido observada, la ley que reconoce el ascenso automático en el sector salud igual… ¿Para esto la juventud y el pueblo se sacrificaron y dejaron su sangre en noviembre, para que todo siga igual?

El Gobierno de transición fue establecido con la expectativa de que iba a atender las demandas, y no para seguir haciendo lo mismo que sus antecesores, haciendo de guachimán de los negocios de la CONFIEP. Por eso la indignación y rechazo a la gestión de Sagasti crece en medio de la huelga agraria y en los conflictos que se extienden por el país. Sí: ¡Fuera Sagasti! Necesitamos otro gobierno. No vamos a esperar las elecciones de abril. No vamos a esperar una indefinida Asamblea Constituyente que ya desde las alturas rechazan. Luchemos ahora por un Gobierno de las Organizaciones Obreras y Populares, que resuelva las demandas planteadas, y para que realmente enfrente la emergencia del covid y promueva la reactivación de los empleos y salarios que es el fondo de todos los problemas que agobia a la clase trabajadora.

La lucha agraria plantea el desafío de la incorporación a ella de toda la clase trabajadora. Se trata de una lucha que es nuestra no solo porque enfrenta a nuestro enemigo común (el gobierno y la CONFIEP), no solo porque enfrenta al modelo capitalista sobreexplotador que estos aplican, sino porque resume todo esto en una demanda que unifica las aspiraciones de la clase trabajadora: salario mínimo de 70 soles, más la reivindicación de otros derechos obreros.

Ante la defección  de la CGTP, que en lugar de tomar partido sin condiciones por el triunfo de esta lucha se presta a colaborar con el Gobierno, las bases combativas deben tomar en sus manos la tarea de promover ya la movilización en apoyo a la huelga agraria.

La juventud y las organizaciones populares que sacaron a Merino hoy también tienen el deber de manifestarse en su apoyo. No solo luchamos contra la corrupción, luchamos también contra el sistema sobreexplotador que, en realidad, es la otra cara de la misma moneda.

 

 

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