CELIMA: CUANDO LOS INCESANTES ABUSOS MATARON TODOS LOS MIEDOS
Dos
pliegos sin solución y ninguneo total a sus demandas, en un contexto donde
deben trabajar manteniendo la producción pese a los contagios, enfermedades y
hasta muertes de algunos de ellos, y sufriendo la carestía de la vida agravada con
las nuevas alzas de las subsistencias, colmaron toda paciencia y los obreros pusieron
en marcha un plan de lucha.
Este
es el segundo plantón, que se suman a la decisión de no trabajar los feriados --
que se cumple al cien por ciento--, y ellos se desarrollan con vistas a un paro
y hasta la huelga indefinida, en una pulseada que avanzará tanto como la
empresa no resuelva sus reclamos.
Un
centenar de obreros parados en el frontis de la fábrica con sus banderolas y
pancartas gritando por sus demandas, miran su futuro inmediato como un desafío
nada fácil. La patronal no solo no atiende su pliego de reclamos sino desata
una ofensiva en mayor escala: compra renuncias en Celima, y en Trébol y Comicsa
--además de la suspensión perfecta que aplica desde cerca de un año--, más de
un centenar de trabajadores fueron puestos en cese colectivo y otros
simplemente fueron despedidos. Más que una lucha por un aumento decente, se
trata de una lucha por la defender el trabajo y, en últimas, por la misma defensa
del sindicato elevada en el último muro de defensa ante los planes patronales.
Viendo
así el panorama cada vez más trabajadores se afilian al sindicato, la base se
organiza e inicia acciones que fortalecen su disciplina y acrecientan confianza
en sus propias fuerzas, y se ven fortalecidas por la solidaridad obrera que la
acompaña.
Esta
mañana se hicieron presente las aguerridas compañeras del Sitobur y Sitomun,
encabezadas por la congresista obrera electa, Isabel Cortés, y el dirigente Raúl
Oviedo. También llegaron delegaciones de Molitalia, San Lorenzo, Sitob,
Trébol, Cogorno, y reconocidos luchadores como Percy Cárdenas y Diner
Cotrina. Aún así todo indica que se necesita más para ganar.
A
ninguna empresa de la magnitud de Celima, en plena operación y con márgenes de
ganancia aceptables, le significa ningún problema otorgar un aumento aunque sea
modesto y mejorar la calidad de vida de sus trabajadores; un reconocimiento que
redundaría incluso en una mejor productividad. Pero para los empresarios como
en Celima, no es un problema de soles.
Para
todos ellos se trata de seguir aprovechar
la pandemia y la angustia que crea en los obreros, para aumentar las
condiciones de explotación del trabajo (racionamiento de personal, ampliación
de jornadas, despido de activistas) y para desmoralizar a los trabajadores haciendo
que pierdan confianza en sus fuerzas y en sus organizaciones para que a la postre se
arrodillen ante la patronal.
Este
cuadro se ha agravado en las elecciones, donde pretextando la amenaza “comunista”
los empresarios fugan capitales del país y congelan proyectos de inversión,
castigando aún más la precaria situación económica que perjudicando sobre todo
a los trabajadores y más pobres, como una forma de extorción para favorecer a
Fujimori, candidata de la CONFIEP. Y en caso gane Pedro Castillo, como
adelantan todas las encuestas, ya anuncian un contraataque.
Los
trabajadores, por supuesto, la tienen clara: hay que cerrarle el paso a
Fujimori que representa una amenaza directa contra la clase obrera, votando por
Castillo. Sin embargo, Castillo tampoco es santo de su devoción, o su salvador.
Primero, porque no asume las demandas de
la clase obrera; al contrario, ha suscrito compromisos claros con la
patronal para mantener la continuidad del modelo económico y del ordenamiento
político, lo que no le permitirá realizar ningún cambio de fondo. Y, segundo,
aún si tuviera la voluntad de hacerlo, estará impedido por toda la
institucionalidad y la mayoría del Congreso que no le permitirán mover ni un
dedo. Y este panorama, será aun peor si gana Fujimori.
Ante
este cuadro de inminente endurecimiento patronal, lo decisivo es y será la
lucha obrera y popular para hacer realidad la solución de las demandas.
Y
para preparar esta lucha es decisivo mantener
la independencia política, porque todo compromiso con Pedro Castillo, y a
renglón seguido el apoyo a su gobierno en caso gane, como hace y se compromete la
CGTP (que se subió a su coche), significan
atar de pies y manos a la clase obrera para enfrentar ese endurecimiento
patronal.
Así
parecen ver la película, al menos esta fracción avanzada de la clase trabajadora
peruana. Marchando en medio de la llovizna, el amanecer gris, frío y tumultuoso
de la gran ciudad, los obreros de Celima y sus hermanos solidarios, parecen dar
los primeros pasos de una lucha que avizoran desafiante. Por supuesto, en este
caso la patronal tampoco la tiene todo consigo. Tiene demandas y pedidos que
corren el riesgo de no ser atendidos. Y más, si la lucha es firme, unida, y convocante
y ejemplar hacia otros sectores, la afecta más, y puede resultarle menos cotoso
buscar un arreglo que mantener su intransigencia.
Así,
pensando en estos pros y contras, y luego de agotar sus últimos esfuerzos
marchando por la Panamericana Norte, los obreros de Celima terminaron la
jornada y al final recogieron sus banderolas y guardaron sus megáfonos y parlantes,
pensando en la siguiente acción, hasta la victoria.
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