¿POR QUIÉN VOTA LA CLASE OBRERA?

 


Redacción de Red Obrera

¿Es Verónika Mendoza candidata del fiero comunismo y el socialismo como la pinta la derecha? No. Ni siquiera es chavista (nacionalismo limitado), con el que toma claras distancias públicas. En realidad es candidata del progresismo de izquierda pero con un programa burgués, con ningún vínculo con la clase obrera.

De acuerdo a las cifras oficiales, la población en edad de trabajar es de 24 millones y de ella 16 millones son trabajadores. Trabajadores que son fuente de explotación y que generan el inmenso valor que se apoderan unos cuantos, y que en la presente crisis sufren –por esos mismos sectores—golpes brutales con masivos despidos, suspensiones perfectas, ceses y recorte de derechos.

Pese a su enorme número, esta clase obrera no ha producido una respuesta a esos ataques monumentales debido a su división, fragmentación y desorganización, por el burocratismo de las actuales centrales y por la falta de una representación política propia.

Con semejante fuerza numérica la clase trabajadora no solo podría defenderse sino, por ejemplo, podría definir el resultado de las elecciones del 11 de abril, bajarse al gobierno patronal, arrancar soluciones y, en definitiva, decidir sobre su destino y el del país. Pero no sucede así –repetimos-- por su estado de desorganización que hace que no tenga constitución ni actúe como clase social.

Esto explica por qué son la burguesía y la pequeño burguesía los que ponen siempre sobre nuestra mesa el menú de candidatos, y que sólo se empeñen en buscar los votos obreros con un carnaval de ofrecimientos. Pero ahora lo hacen sin ni siquiera referirse a nuestras reivindicaciones. Para ninguno de ellos existen los despidos, los ceses colectivos... Pese a la importancia central de estos temas ellos no han figurado, por ejemplo, en los  debates de los candidatos, en los que se han hablado hasta sobre nimiedades. Lo peor es que ningún candidato contempla en su programa los problemas álgidos de la clase trabajadora. Ojo.

Es cierto que el programa de Verónika recoge algunas aspiraciones laborales. Pero es como un adorno. Lo hace dentro de un conjunto de propuestas donde la idea central no es la lucha contra la burguesía y la perspectiva del socialismo, sino la perpetuación maquillada del sistema burgués explotador. Y con la preservación de este sistema no existe ninguna posibilidad de mejorar la situación de la clase obrera, mas aun en épocas de grave crisis como la que vivimos ahora.

El centro del programa de Verónika (y su perfil político), es el de la clase media moderna: defensa del medio ambiente, feminismo, población LGTB, “democracia”; en general el “progresismo” opuesto a la derecha. Pero nunca es el anticapitalismo. Son los mismos temas de la “nueva izquierda” europea con la que se alternan en el poder con la “derecha” para continuar las mismas políticas de explotación de la clase obrera. Por eso no es casual que sus aliados también estén en dicho sector: Humala, PPK y Vizcarra.

Para la vieja “izquierda”, incluida la reformista, lo esencial eran las diferencias de clase y la lucha era contra la burguesía, sea del color que sea. Ejemplo: Mariátegui contra la antigua oligarquía terrateniente y la moderna burguesía de los años 1920. Izquierda Unida contra el PPC y el APRA en los 80…Dentro de esa lucha, la “izquierda” hacía suya las demás reivindicaciones sociales (los de la mujer, medio ambiente, población LGTB), porque siempre pensaron que ellas solo tendrían solución en la lucha por el socialismo. Es lo mismo que hoy, los socialistas seguimos defendiendo.

Que JP (y Perú Libre) se llame de “izquierda” no la hace obrera. La izquierda de los años 80, en sus diferentes variantes, era obrera porque estaba enraizada en ella, sus dirigentes eran obreros y su programa --aunque deformados y reformistas—tenía ese contenido de clase. Lo mismo sucedía con los antiguos partidos comunistas y socialdemócratas europeos, y hasta el PT de Brasil en los años 80.

Verónika, en cambio, es una izquierda al estilo Podemos de España, es decir una izquierda del régimen que actúa como la conciencia democrática de la burguesía. Por eso no está enraizada en la clase trabajadora y no forma parte de la vida diaria de la clase obrera ni de sus luchas. Está conformado por profesionales liberales, actores, periodistas y carreristas políticos por doquier. Si algunos obreros integran sus filas es la excepción. Y cobra vida solo cuando hay elecciones.

Por ello no es casual que el principal apoyo de Verónika provenga de los sectores “progresivos” de la pequeña burguesía y burguesía. Provienen de periodistas como César Hildebrant, de escritoras como Gabriela Wiener, de actores, y de empresarios como Lerner Ghitis, Mhome Seminario, entre otros. No provienen del enorme ejército de proletarios y de los luchadores. De ahí su escaso apoyo, porque esas clases medias y burguesas tienen mejores opciones para sus intereses de clase.

Para corroborarlo hay que mirar las encuestas. La del IEP (para mayor detalle, identificada con esa “izquierda”) publicada el domingo 04 en La República, es ilustrativa a este respecto.

¿Dónde obtiene su principal votación Verónika Mendoza? En AB, en el nivel social más alto conformado por ricos y acomodados. En este sector De Soto tiene el 20.2% de preferencias, lo que es natural. Y le sigue Verónika con 13.9%, muy por encima de López Aliaga (9.7), Keiko Fujimori (6.0), Yonhy Lescano (7.3), Forzay (7.1).   

En cambio, el voto por Verónika en la clase trabajadora (el segmento C) es la más baja: 5.3%. Es lamentable, pero los trabajadores prefieren más a De Soto (14.4), Rafael López (11.7), Lescano (8.9) y Fujimori (8.8) que a Vero.

¿Y cómo votan los sectores más pobres del segmento D y E? Es igual: Verónika tiene allí apenas 6%, muy por debajo de muchos, por ejemplo del fujimorismo que llega a 11.9%.  

Es deplorable que la clase obrera no tenga representación política para las elecciones, como para sus luchas. Pero más deplorable es que se nos pretenda confundir que JP y Verónika representen a los trabajadores (como hace la cúpula de la CGTP por ejemplo cuando llama a que votemos por ella), lo que, por suerte, solo es la apariencia, porque, como vemos, mientras su apoyo se asienta en las clases acomodadas los trabajadores y pobres se encuentran desorientadas y sin alternativas.

Pero de aquí deducimos que la tarea de construir esta representación es fundamental e ineludible. La salida “pragmática” que algunos encuentran es cargar a esos candidatos de la pequeña burguesía con su programa de reformas burguesas, con la aspiración de alcanzar una curul. Es es lo hizo Fernández Chacón manchando su pasado obrero y revolucionario, cargando la candidatura de Marco Arana y el programa ambientalista del Frente Amplio. Es lo mismo que ahora parece suceder con la cra. Isabel Cortez; sin ninguna duda una gran luchadora pero con una candidatura y un programa que no es de la clase a la que ella pertenece.

Muchos luchadores y miembros consientes de los trabajadores, como nosotros, votaremos viciado. Otros seguramente votarán por cualquier candidato pensando en el “mal menor” o bajo cualquier otra consideración, pero en modo alguno pueden hacerlo depositando confianza política. ¡Confianza solo en nuestras fuerzas, organización y lucha!

 

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