VACUNAS VIP O VACUNAS PARA TODOS

 

Llegamos a 130 mil muertos por covid, la tasa más alta en el mundo, porque el Gobierno y la CONFIEP nos han condenado a la política de “sálvese quien pueda”.

Ahora buscan lo mismo con las vacunas. Ante la manifiesta incapacidad del Gobierno de Sagasti, la CONFIEP y sus ayayeros reclaman como salida la vacunación privada. La vacuna VIP.

Los trabajadores necesitamos claridad sobre este tema, como sobre el conjunto de los problemas derivados de la crisis, y armarnos de una respuesta porque en todos ellos se juegan intereses de clase que hoy significan miles de vidas.

El problema de la vacuna empieza por su adquisición. Al ser un bien monopólico es acaparado por los países ricos y su acceso se encuentra limitado y a precios prohibidos para los países pobres, y, de paso, es fuente de corrupción como lo vemos en el escándalo de la vacunación de Vizcarra y su grupo.

Ante esto la salida empieza por exigir la anulación de patentes para que su producción sea masiva y libre. La demanda ha llegado a la OMS y OMC y es planteada por la India y Sudáfrica. Se trata de una necesidad pública ante una pandemia mundial, y es un crimen que sea usada como negocio y enriquecimiento de privados. Lo primero que hay que demandar ante el gobierno es un pronunciamiento claro en ese sentido, y que junto a América Latina busque una salida conjunta para su producción y suministro gratuito.

En tanto, debemos exigir la adquisición inmediata de las dosis necesarias, mediante contratos transparentes, para inmunizar ya a todos. La corrupción e ineptitud de los gobiernos de Vizcarra y Sagasti, no han permitido la compra de dosis necesarias hasta la fecha.

A esto se suma ahora la incapacidad del Gobierno para realizar la vacunación rápida: al actual paso de 18 mil por día se terminará en 8 años, y al que “promete” Sagasti de 60 mil por día llevará un año y medio. Con la participación de los sindicatos y organizaciones sociales, la vacunación puede y debe acelerarse. Y hay que exigirlo.

La corrupción e ineptitud del Gobierno hacen que un amplio sector desespere y se incline por la opción que ofrecen los privados, es decir, extienden la política de sálvese quien pueda, a la vacuna.

El domingo Sagasti en una entrevista televisada dijo que “no se puede permitir que los que tengan plata se vacunen y los que no tengan no se vacunen”, y le cayó un cargamontón.

Los privados no ven en la debilidad del Estado el apoyo que deben brindar sino una oportunidad de negocio. La vacunación privada no solo significa que inmunizarán a quienes ellos determinen --legitimando la discriminando--, sino además lo convertirán en un negocio como hoy hacen con el oxígeno, las camas UCI y las medicinas. Y, a este paso, como el Gobierno hace poco o nada, terminarán imponiéndose también el negocio de la vacuna.

Todo esto sucede por la inmovilidad social que ha dejado en manos del Gobierno y los privados la salud pública, nuestra salud, lo que está costando la vida de los obreros de Shougang y de la de miles de pobres.

Ante las cuarentenas y las medidas restrictivas que establece el gobierno, se realizan movilizaciones populares reclamando libertad para trabajar. Es decir, buscan su propio bien subestimando el peligro de contagio, cuando deben dirigir al Gobierno el reclamo colectivo para que nos garantice salud pública y protección social.

La única y verdadera salida es que el Gobierno resuelva la compra y distribución de las vacunas para todos, así como las necesidades de oxígeno, camas UCI y lo que necesitamos para atender la emergencia sanitaria, proteger los empleos, salarios y a los pequeños negocios.

Desde cada base debemos organizar esta pelea por nuestras vidas con vistas a realizar un inmediato y gran Paro Nacional. No al sálvese quien pueda de los ricos, sino salvémonos todos los trabajadores y pobres, pues nuestras vidas valen más que las ganancias capitalistas.

 

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