¿LOS VOTOS ANTES QUE LA VIDA?

 

Redacción de Red Obrera

Estos días, mientras la pandemia explosiona haciendo estragos en la población más pobre sin que el Gobierno haga nada, los candidatos recorren el país con insaciable hambre de votos, ofreciendo de todo. Parece un absurdo, pero es la realidad que vivimos y ante la cual debemos responder.

Al día de hoy se informa que los contagios vuelven a aumentar de 5 a 7 mil diarios. La Defensoría del Pueblo dice que, otra vez, no hay camas UCI y que muchos de las más de 2 mil personas que esperan por una cama, morirán en los próximos días. Sigue el déficit de 100 TM de oxígeno y crecerá más con el aumento de los contagios. Las muertes se mantienen en torno a los 900 diarios y, con toda seguridad, aumentará los próximos días, con la posibilidad de superar el record de la segunda semana de febrero cuando se presentaron más de mil muertes por día.

¿Qué hace ante esto el Gobierno? Nada. ¿Algo dice algunos de los 13 candidatos, incluidos Verónika Mendoza o Pedro Castillo que hablan en nombre de los trabajadores y pobres? Nada. Así, el Gobierno y la CONFIEP, con la complicidad de todos los candidatos, nos llevan a una nueva espiral de enfermedad y muertes.

La pandemia se agrava porque circula entre nosotros la nueva cepa brasileña que es más transmisible, letal y que se transmite a menores de edad; oficialmente se admite que el 40% de los nuevos contagios se producen por esta cepa. Pero la pandemia se agrava también porque el Gobierno en lugar de restringir la movilidad social la promueve abriendo todas las actividades, haciendo que la segunda ola no solo se extienda sino que sobre ella crezca una tercera más letal, como advierten muchos especialistas.

Ya sucede en el mundo. Hasta los países de Europa que avanzan fuerte en la vacunación, y Chile que ya supera el 20% de su población inoculada, se ven obligados a volver a cuarentenas severas ante la rápida propagación de las nuevas versiones del virus.

Pero Sagasti no solo levantó las pocas restricciones que estableció en febrero sino además no hace nada para resolver los enormes déficits de la salud pública. Para peor, sigue enredado con el tema de las vacunas vip, y la misma comprar de vacunas que llegan a cuentagotas, mientras se entretiene con sus opositores de derecha en un fuego cruzado cuando lo que necesitamos son soluciones inmediatas.

Esta indolencia de los de arriba no es casual. Vemos que ellos se van a EEUU a vacunarse cuando no lo hacen de manera clandestina; en últimas tienen clínicas privadas a su disposición. A ellos lo que les interesa es garantizar la gran producción capitalista aunque tengan que enfermar y morir muchos más y empujar a más gente a la pobreza absoluta. Por eso acuerdan con el Gobierno en que no haya ninguna restricción, aunque la pandemia arrecie, cuando la única forma de contener la pandemia es mediante cuarentenas y restricciones severas.

No existe otra fórmula. En el mundo muchos países vuelven a adoptar cuarentenas y restricciones para contener la tercera ola. Ante las evidencias, ni el criminal Bolsonaro que produce un verdadero genocidio en Brasil, se queda con los brazos cruzados y es obligado a tomar medidas restrictivas.

Aquí la CONFIEP y sus grandes medios se han dedicado a desacreditar la cuarentena y cualquier restricción con el cuento de la economía de los más pobres, a los que ellos dejaron sin trabajo, y de los pequeños negocios, aquellos que dejaron hundirse negándoles la ayuda de Reactiva Perú. Ellos son los que incluso niegan la aplicación de protocolos seguros en las fábricas y minas, donde los contagios se propagan con facilidad.

Lo cierto es que estas medidas, aunque limitadas, muestran que sirven, como han servido las pobres medidas que dictó Sagasti en febrero y que contuvo en algo la pandemia. No hay duda: atacan la cuarentena y las restricciones en defensa de sus negocios y ganancias. Y al contrario, nosotros debemos reclamar por cuarentenas y restricciones, con salarios pagados, bonos para los informales y plan de salvataje para los pequeños negocios.   

Además, los grandes empresarios están empeñados en pintarnos que todo el problema de la pandemia es solo por ineptitud y corrupción del Gobierno, que los hay, mientras regalan oxígeno y ofrecen traer la vacuna para mostrarse como buenos y “eficientes”. Pero no dicen que ese Gobierno es su producto y el mismo Estado es el que ellos diseñaron todos estos años. La verdad es que el descontrol de la pandemia se debe únicamente a ellos porque la gente es obligada a trabajar en actividades no indispensables. Y las mismas carencias de la salud son por la política del Gobierno, que no quiere gastar más para no aplicar un impuesto a la riqueza que lo financie.   

Hay que entender que estamos ante un mal que puede ser peor todavía. Sagasti, suelto de huesos, ha dicho como si recitara un poema, que habrá una tercera, cuarta y quinta ola; es decir nos dice que estaremos peor. En la medida que no se resuelva la vacunación masiva, el virus seguirá mutando y aparecerán nuevas versiones. Los contagiados no son inmunes por más de seis meses y se vuelven a contagiar. Y no será posible alcanzar la vacunación masiva hasta el 2022, por lo que hasta entonces viviremos en alerta roja. Esto nos obliga a mantener como prioridad la lucha por la salud, la vida y la economía de los trabajadores y los pobres.

La “izquierda” y la CGTP

En este contexto, lo que es un verdadero escándalo y que debe remover a los trabajadores, no es lo que dice López Aliaga, Keiko o hasta Lescano. Es lo que dice y hacen los candidatos que se llaman de “izquierda”. Verónika Mendoza y Pedro Castillo callan ante lo que sucede con la pandemia. Y como los otros candidatos, se dedican a ofrecer de todo, para cuando salgan elegidos, cuando ahora mismo mueren 38 peruanos cada hora por el explosivo crecimiento de los contagios, por falta de oxígeno y camas UCI, por falta de políticas mínimas de atención y de contención; y otros mueren de hambre.

No decimos que no hagan campaña o que no haya elecciones. No. Al contrario: la “izquierda” debería usar la tribuna electoral ahora para llamar a la lucha contra el Gobierno y por un plan de emergencia que tome medidas efectivas para contenerla y salvar nuestras vidas, y debería dedicar todas sus fuerzas a dicha tarea desde las organizaciones de base.

Un ejemplo de candidatura de verdadera “izquierda” la dio Hugo Blanco en 1978. En plena campaña electoral para la Asamblea Constituyente aprovechó los canales para llamar a echar a la dictadura llamando a acatar el paro nacional del 22 y 23 de mayo de ese año, y el paro fue contundente que dejó nocaut a la dictadura y el FOCEP (que integraba el PST) se alzó con una espectacular votación en las urnas.

El caso de la CGTP es más clamoroso. Como central de los trabajadores debería velar por defendernos. Pero no. La agenda de la CGTP también son las elecciones, y en tal sentido opera como colateral de esa “izquierda”, y a ella engancha a muchos “sindicalistas” que ahora andan buscando votos en lugar de movilizar a sus bases para combatir la política criminal del Gobierno.

Así, que no nos vengan con el fútil cuento de que ante la “amenaza de la derecha” hay que votar por “izquierda”, cuando en la hora actual no vemos ninguna diferencia de esa izquierda con la derecha. Hablan de los trabajadores y de los pobres pero no los defienden de verdad, mientras le arriman el hombro izquierdo al Gobierno genocida.  

¡No aceptemos esta política del Gobierno y la CONFIEP de seguir lanzándonos al contagio masivo y a la muerte mientras garantizamos sus ganancias! ¡No aceptemos la complicidad de ninguno de los candidatos, incluidos de la llamada “izquierda”, ni la complicidad de la cúpula de la central!

Hay que comer, pero también hay que protegernos del virus. Para ello la única forma es que haya una cuarentena con salarios, con un ingreso asegurado para los informales y un plan de rescate para los pequeños negocios.

Una cuarentena que al mismo tiempo otorgue tiempo para que el Gobierno resuelva de una vez los déficits de la salud pública e instrumente un mejor plan de contención, que resuelva el tema de las vacunas y la vacunación, que ponga fin a los ceses colectivos y la suspensión perfecta, y que atienda a la población más necesitada. Esto es posible. Es posible porque hay dinero suficiente; solo hay que obligar al Gobierno a echar mano de las enormes fortunas capitalistas, las que estas horas se amasan con la vida de trabajadores y pobres.

Esto que es urgente solo puede ser obra de la lucha. Jamás nos regalaron nada y menos lo harán ahora. Hay que movilizarnos. Nuestros hermanos del Paraguay salieron a las calles contra el gobierno exigiendo atención a la pandemia sin esperar a que la central los convoque. Si la central no hace nada hagamos algo nosotros desde abajo, empezando por discutir estos problemas en cada fábrica y a coordinar con otros para gestar una movilización.

No aceptemos seguir muriendo. No permitamos que el gobierno siga impune sin comprar camas UCI ni oxígeno, que siga con el festín de las “vacunas”, que no diseñe un plan claro que garantice la vacunación pronta de toda la población y que espere con los brazos cruzados a que lleguen la tercera, cuarta y quinta ola, unas más mortales que otras. No. Hay que luchar para que sean las grandes mineras, los grandes empresarios y los que se enriquecen con la pandemia, que sean los que paguen los costos de la crisis.

Nuestras vidas valen más que las ganancias capitalistas y que el voto por cualquier candidato.

 

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