SAGASTI MÁS MORTÍFERO QUE VIZCARRA




El 26 de enero, el mismo día que Sagasti anunció la nueva cuarentena, Betzabel (22 años, profesional y empleada de una cadena de comida), fue despedida y al día siguiente cogió sus cosas y emprendió viaje a Huancavelica, su tierra natal. El mismo drama y aún peores, agobian estos días a muchos hogares peruanos.

La segunda ola era un hecho que el propio Gobierno tenía en sus cálculos. Pero hizo exactamente lo contrario para enfrentarla. Permitió que haya más contagios creando un clima de normalidad. Y el MINSA, en lugar de prepararse proveyendo de camas, oxígenos y UCIS a los hospitales, desarmó las camas existentes y despidió a los médicos contratados. Por eso que la nueva ola, con un virus más fulminante y letal, causa más estragos y se cobra más vidas que en la primera.

Y es peor porque desatada la nueva ola el Gobierno habla y habla de medidas pero no es efectivo en ninguna, sobre todo en las más esenciales como es la provisión de oxígeno y camas UCI. En Huánuco, Apurímac, Cusco y Lima la gente muere por falta de estos elementos básicos. A su política de abandono de la pandemia el Gobierno suma su incompetencia absoluta.

Además de incompetente es farsante, como Vizcarra, porque sigue maquillando las cifras cuando desde diversos sectores autorizados se exige mostrar la gravedad de la crisis para afrontarla de verdad y se demanda transparencia para ayudar al diseño de una mejor política sanitaria.

La respuesta del Gobierno a la segunda ola ha sido la implantación de nuevas restricciones. Una cuarentena solo de nombre y la ampliación del toque de queda, que tiene el mismo valor de quien quiere apagar un incendio con un vaso de agua. De ellas lo que destaca es el empoderamiento de las FFAA y Policía, que han vuelto a copar las calles en muchos casos violentando las libertades. Pero las medidas afectan a los más vulnerables y a los trabajadores precarios que son la gran mayoría, y se enfocan en garantizar que los grandes negocios sigan funcionando con horarios extenuantes y aun cuanto se contagien y mueran más trabajadores. Solo en Shougang los obreros ya denuncian 4 muertes, 4 en UCI y 30 con covid.

Así, nadie duda que la situación empeorará, sobre todo para las familias pobres y obreras, y el virus no parará hasta arrasar todo lo que encuentre a su paso como hizo en la primera ola donde dejó 100 mil muertos.

Para ocultarnos esta realidad que es solo su creación, el Gobierno se ha dedicado a hablarnos de la vacuna: que llega mañana, pasado… Los países vecinos ya aplican la vacuna a su población y Perú todavía no porque simplemente no la compró en su momento. Según The Economist, en Perú la mayoría recién será vacunada en julio 2022 (y según otros especialistas en 2023). La realidad es que el tema de la vacuna es usado como engaña muchachos para que no veamos que seguimos abandonados en esta segunda ola de la pandemia.

En este cuadro, la pregunta que se impone es por qué puede funcionar semejante política criminal. Por qué, después de un año de pandemia y con el desastre que dejó la administración de Vizcarra, un gobierno más débil puede hacer lo mismo y hasta peor y no pasa nada. Por arriba nadie da la nota discordante.

Esto ocurre no solo por el Gobierno. Quien realmente concentra el poder y marca la agenda es el empresariado. La CONFIEP al mismo tiempo que orienta la política criminal del gobierno por otro lado muestra cara de ángel salvador entregando alguna ayuda. El Congreso, los partidos del régimen y los grandes medios de prensa actúan de comparsa del gobierno. Todos ellos son responsables de la actual situación, y eso lo vemos en que ninguno ha propuesto una alternativa integral a la que se aplica. La razón es muy simple: el plan que se aplica es capitalista y todos ellos defienden a este sistema porque maman de él.

Solo se puede disponer de recursos para comprar UCIs, oxígeno y vacunas metiendo mano a los bolsillos de los capitalistas. Solo se puede proteger empleos de los despidos, ceses y suspensiones afectando las ganancias empresariales. Solo se puede garantizar la comida de la mayoría desocupada del país con un salario que se obtenga de un impuesto a los ricos. Solo se puede proteger la vida de los trabajadores parando la producción. Es decir: sólo se puede enfrentar la crisis con medidas anticapitalistas.

Y la paradoja es que, los que deben plantear y luchar por esas medidas anticapitalistas, nos han dado definitivamente la espalda: la izquierda oficial.

La “izquierda”, haciendo exactamente lo contrario a lo que pregona (dice que son anticapitalistas), hace y forma parte del plan oficial. Su propuesta ante la pandemia no se diferencia más que en el pedido de bono universal, dicho en alta voz para parecer “radical”. En consonancia con ella la CGTP no ha hecho más que canalizar las movilizaciones bajo la bandera de “diálogo” y “consenso”, con los que ofician de nuestros verdugos. Esa “izquierda” demuestra que no es anticapitalista sino parte del sistema.

Así se puede entender por qué estamos como estamos. El Estado que nos ofreció prosperidad nos arrastra a la barbarie. La “izquierda” que ofreció cambiarla la defiende y maquilla.

¿Significa todo esto que estamos perdidos o que ya no hay salidas? No. Ante las graves crisis los desposeídos siempre luchamos y nos aferramos a la vida. Pero además hoy procesamos nueva información, reseteamos la consciencia, cuestionamos las viejas creencias. Esa comprensión nos debe llevar a entender que lo que está mal es el sistema mismo, que el verdadero mal no es el virus sino el capitalismo y que hay que luchar por una estrategia socialista, y que todos los que desde el Parlamento y la tribuna electoral hablan en nombre de la “izquierda” en realidad son parte del sistema y solo ofrecen que el mal perviva. Y que hay que poner de pie una alternativa revolucionaria desde la clase obrera para realizar el socialismo que refunde al país luego de 200 años de fallida república.

Es una tarea grande porque grandes son los problemas. Y esa tarea empieza por actuar ahora colocando en el centro la pelea contra el plan criminal del gobierno y por un plan de emergencia que salve vidas y trabajo, por poner en pie comités en cada fábrica para velar por la salud de nuestros compañeros y sus familias, por organizar a los despedidos para exigir reposición ahora, por organizar a los desempleados para exigir un salario, por poner en pie a los comités de vecinos para parar la Olla y asistir a los enfermos.

Este plan debe incluir la lucha por una cuarentena con salarios e ingresos garantizados, y sin Policía ni FFA en las calles, para una efectiva contención del covid, dando así un norte a nuestro pueblo que es confundido con discursos que en realidad son de la CONFIEP y que abogan contra la cuarentena cuando ésta es el mayor recurso usado por la humanidad ante estas situaciones.

Hay que actuar y luchar, ahora. Y a los luchadores más conscientes, los llamamos a poner en pie un instrumento de lucha verdaderamente obrero y revolucionario, desde el PST y la LIT CI.

 


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