EL CIRCO SIGUE MIENTRAS HAYA QUIEN APLAUDA
Esta parece ser la política oficial. En torno a la vacuna y a las elecciones se montó un enorme show mientras el covid arrecia con violencia trayendo más muertes entre los trabajadores y el pueblo pobre.
En estos días y horas muchos mueren porque no hay camas UCI, personal médico y equipos esenciales para enfrentar la segunda ola, que es más agresiva que la primera.
No
hay ni lo más básico como el oxígeno
medicinal, indispensable para tratar la primera fase de la enfermedad,
incluso para muchos pacientes que ante la falta de camas se atienden en sus
casas.
Y
no hay oxígeno simplemente porque Vizcarra y luego Sagasti no quisieron comprar
e instalar plantas para abastecernos, como no compraron camas UCI ni nada, a
fin de no gastar para destinar más recursos a las grandes empresas.
En
ningún país del mundo afectado por la pandemia se ha vivido ni vive la tragedia
que estas horas vive nuestro pueblo. La escasez de oxígeno ya no se produce en algunas
regiones olvidadas como Iquitos: es en todo el país, y ahora afecta a la gran
Lima donde cientos de desesperados familiares recorren calles y hacen colas
inmensas para conseguir un cilindro cuyo precio se ha multiplicado hasta diez
veces.
Tan
grave es el problema que Sagasti se ha tenido que referir al problema. Pero
teniendo el poder y la capacidad no solo para ordenar su compra sino para echar
mano incluso de los recursos privados para salvar vidas, se ha limitado a implorar
“ayuda” a los empresarios sus verdaderos mandantes.
Aun
no llegamos al pico pero la segunda ola ya trajo más daño y dolor que la
primera. Las muertes por día ascienden a 600. Pero lo más grave es que la ola
no para de crecer porque los contagios se siguen extendiendo debido a la continuidad
de las principales actividades económicas.
Así
se producen cuadros dantescos como el que se vive en la Minera Shougang. Los contagios
y las muertes se extienden entre los trabajadores (4 fallecidos y 4 en UCI) que
se han puesto en emergencia, pero las actividades mineras no se detienen ni un
minuto.
Es
evidente que el Gobierno ha optado por dejar correr la segunda ola --al costo
que estamos viendo-- para no afectar la economía empresarial que sigue viento
en popa. Los mineros y agroexportadores aumentan su producción y venden más
cada día. Solo Southern reporta al cierre del 2020 US $ 1,570 millones de
ganancia, 5.7% más que el año anterior. En tanto, la economía popular se arruina.
En los barrios de Lima desesperadas madres ponen en pie Ollas Comunes para
poder alimentar a sus hijos, y las autoridades ni se dan por enteradas.
Y
todo este desastre de muertes, sufrimiento y dolor infinito pretende disimularse
colocando al Gobierno y a todos los reflectores de la gran prensa, sobre shows montados
como el de las vacunas. Llegó una mínima parte y los acuerdos firmados apenas
alcanzan para inmunizar a lo más a dos millones de la población (menos del 10%)
en una letanía que seguirá por seis meses, y cuando todo indica que la vacunación
alcanzará a la mayoría de la población recién hacia el 2022 o inicios del 2023,
y se festeja como si ya todo estuviera resuelto.
La
misma campaña electoral, llena de candidatos corruptos y oportunistas como el
mismo Vizcarra, y amañado por el sistema electoral, se desarrolla como si fuera
en otro mundo. Los candidatos recorren el país ofreciendo de todo y discutiendo
sobre todo, pero ninguno se refiere
ni menos se centra en responder a la situación de emergencia que vivimos. Lo
mismo sucede con la CGTP que se ha borrado como si no tuviera nada que hacer
ante la emergencia que vivimos los trabajadores.
Así,
en los hechos, todos, desde la
derecha que critica al Gobierno hasta los candidatos de “izquierda” y la
central, colaboran con Sagasti y su política criminal ante la pandemia del
covid.
Nuestras
vidas sí importan. Por eso, los verdaderos dirigentes de la clase obrera y del
pueblo pobre deben alzar su voz denunciando la política del gobierno y
exigiendo medidas concretas que atiendan la emergencia, como la compra de
oxígeno medicinal y camas UCI, la paralización de actividades que no son
esenciales, ayuda efectiva a la población que pasa hambre, anulación de los
ceses colectivos y las suspensiones que vulneran más a los trabajadores ante la
pandemia, etc.
Debemos
hacerlo comprendiendo que la solución y atención a nuestras demandas depende de
nosotros mismos, de que actuemos, y no de falsas direcciones y menos de
candidatos que por simple ambición de poder buscan nuestros votos. Y hacerlo
poniendo con una nueva dirección clasista y de combate, como la que propugnamos
desde el PST.
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