LUCHA AGRARIA: “NOS TRATAN COMO A PERROS”



En los hogares de los cros. agrarios no hubo pavo ni panetón esta Navidad. Hubo si abundante indignación ante la represión y el ninguneo a sus demandas por parte de los empresarios y del Gobierno.

Con una inmensa campaña digitada por un puñado de propietarios latifundistas que protegen sus ganancias, se ataca e intenta desvirtuar la lucha de los trabajadores agrarios y sus demandas. Pero nada de esto impide que veamos lo que allí verdaderamente sucede.

Un breve video que circula por RRSS muestra a Susan Quintanilla, presidenta del Comité de Lucha de Ica, denunciando con energía al Gobierno y a las autoridades por el maltrato que sufren sus compañeros, y al que al final se le escucha decir: “nos tratan como a perros”.

No hay mejor forma de resumir la política con la que la clase gobernante trata a la huelga de los trabajadores agrarios. Un trato cultivado desde hace 20 años desde impusieron sobre ellos un régimen laboral de humillación y barbarie.

No solo son las bombas que caen sobre sus casas de madera y caña lanzadas desde helicópteros, las balas a granel, las detenciones y la represión indiscriminada; también es la persecución y amenazas contra los dirigentes de la lucha, de la que la propia Susan denuncia que es víctima.

Pero es también la forma cómo, desde el poder, se justifica estos actos criminales: en nombre del “derecho al libre tránsito” dicen, ocultando la responsabilidad del Gobierno en esos hechos por no cumplir con atender la demanda de los obreros; del Congreso que demora la aprobación de la ley y de la misma patronal que no quiere atender las demandas. No se dice que los bloqueos no son para perjudicar a terceros sino para impedir el paso de los que van a trabajar, lo que es un derecho de toda huelga porque tenemos el derecho de impedir el ingreso a trabajar de los amarillos y carneros. Tampoco se dice que esos “terceros” afectados tienen intereses más cercanos con los que luchan que el mismo Gobierno, que solo los usa para desacreditar la lucha.

Y para el mismo propósito, se difunde ampliamente la quema de una ambulancia, cuando se trata de un hecho aislado en medio de una huelga que es respondida con infinidad de actos bárbaros, como la asfixia que producen entre los niños las bombas arrojadas sobre las casas de los obreros.

Pero nada de esto parece ser suficiente: la patronal se exige medidas más represivas, e incluso la intervención de las Fuerzas Armadas.

Ante la represión, los huelguistas responde construyendo barricadas y quemando llantas, se defienden con piedras ante la numerosa y bien pertrechada Policía, y cuando es preciso van al choque cuerpo a cuerpo y logran infligirle golpes y circunstanciales retrocesos en la disputa por el control de la carretera: son formas incipientes y legítimas de autodefensa obrera, y se producen en respuesta a la abusiva represión. Los muertos, heridos y el dolor son del pueblo en lucha. Implorar contra todo esto por una lucha “pacífica” es pregonar que no se luche. Es pura hipocresía.

Pero todo esto es usado por la patronal para vincular a los luchadores, sin prueba alguna, con el Movadef y al Etonocacerismo,  a fin de aplicarles duras penas por la “ilegalidad” que significa el bloqueo de carreteras, presentando la legítima “autodefensa” como atentado contra la seguridad del Estado y pretendiendo defender el absurdo monopolio que éste ejerce de la violencia contra los que luchan, incluso con derecho a disparar y matar a otro que apenas se defiende con piedras, con el fin de restablecer su dominio de poder y de explotación, hoy cuestionado.

El maltrato que denuncia la dirigente Susan Quintanilla también lo vemos en la forma como se responde a las demandas de la huelga: se dice que son “absurdas e inalcanzables”, y que atenderlas causará “la ruina y cierre de las empresas”. Es lo único que escuchamos estos días de parte de sus voceros. Pero lo mismo dijeron siempre. Lo dijeron  para justificar 20 años de sobreexplotación y para justificar la prórroga por 10 años más del régimen agrario. Ahora lo repiten para justificar la entrega un aumento miserable.

El mismo Sagasti, con el palabreo que lo caracteriza, dice que el monto de aumento debe ser un punto medio entre las aspiraciones de los trabajadores y el bienestar de las empresas. Pero el punto medio no lo establece partiendo de la demanda planteada por los obreros sino por los empresarios; así, a la oferta empresarial de otorgar un bono “no remunerativo” equivalente al 15% del salario mínimo (4 soles diarios), el Gobierno hace la propuesta de 20% (6 soles diarios), agregando a renglón seguido: es lo "máximo", desoyendo el reclamo de los obreros de un aumento de 70 soles.

Cuando nos dicen (patronal y gobierno) que es lo “máximo” que pueden ofrecer lo que plantean es una imposición para acabar con la huelga. No negocian ni dialogan con los protagonistas ahí en el terreno de los hechos, como corresponde al reclamo de los que con su trabajo propician el crecimiento del sector. En lugar de eso, los maltratan.

Además, su “máxima” oferta se la formula en forma arbitraria. Dicen: “los pequeños y micro agrarios se arruinarán”, cuando no se trata de ellos, (para quienes exigimos otra ley que los proteja y otorgue ayuda), sino de los grandes latifundistas que son los que emplean a la mayoría. Y cuando dicen “máximo” no muestran sus estados financieros ni su rentabilidad para conocer los márgenes en disputa. Además, ni siquiera hablan de aumentar el salario mínimo sino de otorgar un bono “no remunerable”, lo que es un verdadero ninguneo que responde al fin de preservar sus ganancias y hacer más ricos a un puñado de empresarios con intereses ligados a la gran oligarquía financiera nacional.  

Los trabajadores sí tienen abundantes razones para demostrar que 70 soles de salario mínimo es un ajuste modesto que no hará rico a nadie y además es viable. Es imposible que un sector en plena producción y bonanza no pueda garantizar este salario mínimo, que es mucho menos de la mitad de los 2 mil dólares que cobran los trabajadores del mismo sector en Chile.

Y es evidente que no quieren hablar del aumento del salario base no porque no puedan sino porque ello los obligaría a aumentar el salario mínimo general.

Precisamente por esta razón es que es el momento que toda la clase obrera debe hacer suya esta demanda, y con esa bandera sumarse a la lucha. Esa actitud no es exclusiva de los patrones agrarios. En la multinacional Molitalia no pararon un solo día en la pandemia y se sacrificó a los obreros que enfermaron para registrar un récord de 25% más de ventas en este año, pero no hay solución al pliego de reclamos. En BSH Electrodomésticos, que produce y exportar con normalidad, se acumulan tres pliegos sin solución. Y en otras bases la patronal ni se acepta la discusión de los Pliegos.

Hay que reconocer el hecho monumental de que gracias a su poderosa huelga recién ahora la patronal y el Gobierno aceptan la discusión de un aumento y el otorgamiento de otros derechos, cuando hasta ayer no solo desentendían sus demandas sino solo se dedicaban a recortar sus derechos. Es importante afirmar como lección que solo con la lucha logramos que se reconozcan nuestros derechos, y que mediante la huelga general se puede forzar al Estado y a la patronal a elevarlos. De aquí la importancia de preparar un Plan de Lucha y un Paro Nacional Obrero y Popular. Esta es la lección de hoy. Si con huelga y todo en el sector agrario se mezquina la solución de sus demandas, ya podemos comprender la situación de los que luchan aislados en cada fábrica, mostrando que necesitamos una lucha aún más unida y combativa a nivel nacional.

Esta lucha unidad en torno a los agrarios y por las reivindicaciones de toda la clase trabajadora no se está produciendo hasta ahora por responsabilidad de la CGTP, que en lugar de colocarse de manera incondicional del lado de los trabajadores del campo se ofrece como mediador en el diálogo con el gobierno y los empresarios.

Ante estos hechos está en manos de las bases obreras la solidaridad y el apoyo activo, como hace días hizo la Federación Textil. Aun cuando mediante ley se le entregue migajas y se  fuerce a retroceder a los agrarios, debemos saber que los trabajadores ya hemos ganado con su lucha infligiendo un duro golpe a la patronal y al Gobierno, y sobre todo ya sabemos que tenemos en ellos a un aliado fundamenta con quien debemos construir una salida desde el campo de los trabajadores a la grave crisis que afecta al país.

 

 

 

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