SR. VIZCARRA: NO SOMOS GANADOS
Mientras el desesperado grito de Celia Capira clamando auxilio por su esposo se replica en casi todo el país arrasado por el virus y el hambre, Vizcarra sigue rehuyendo su responsabilidad de atender los más mínimos reclamos de la emergencia. Hay que seguir gritando, y luchando.
“Todos nos vamos a contagiar en algún momento”, dijo
Vizcarra hace algunas semanas dando a entender que la nueva política del Gobierno
es dejar que corran los contagios. Al fracasar en su plan de contención y apremiado por reanimar
la colapsada economía capitalista, optó por el camino opuesto que es salir del
problema haciendo que la mayoría se contagie y alcance un grado de inmunidad, pese
a su alto costo en vidas.
Los
resultados de esta nueva política lo vemos y sufrimos estos días que la
pandemia asola al país y nos sume en una verdadera catástrofe donde ya casi nada
trágico es noticia.
Para
instrumentar esta política Vizcarra no ha encontrado mejor recurso que las
peores mañas de su clase: oculta información, la distorsiona, miente y hasta
levanta cortinas de humo para que nos mantengamos adoloridos y resilientes,
como si estuviéramos ante un mal inevitable. Pero tarde o temprano la verdad sale
a luz. Como en el caso de los fallecidos: luego de infinidad de denuncias que
llegaron a la misma OMS, la
ministra del sector ha admitido que la
cifra real de muertos por Covid 19 es de 43 mil, más del doble de lo que oficialmente publica el MINSA.
Lo mismo
sucede con los contagios. Vizcarra anunció hace varias semanas que los
contagios “disminuían”, cuando no
solo los especialistas daban avisos de alarma y las noticias diarias lo corroboraban
todos los días: estamos y vamos a estar peor. Tan es así que hoy ya nadie habla
de “mesetas” ni “rebotes” sino solo de más ascenso.
Hace dos semanas los contagios
se multiplicaban a un promedio de 4 mil por día, en los últimos días saltamos a
5 mil y ahora la cifra se acerca a 7 mil. La misma tasa de contagios ha saltado de 17 a 25% por día.
Con los contagios crecen también las muertes, que aunque oficialmente se reportan
más de 200 por diarios se sabe que está por arriba de los 600.
Vizcarra
infunde una falsa tranquilidad dando por hecho que los contagios en Lima disminuyen,
lo que al parecer es cierto, pero no es toda la verdad. El ritmo de contagios
en Lima se habría desacelerado porque el
25% ya se contagió, y aun así los nuevos contagiados siguen presionando al
sistema sanitario que hace rato no se da a vasto; lo mismo ocurre en las
ciudades que ya fueron arrasados como Iquitos (70% de infectados), Lambayeque,
Piura y Ancash. En el estimado general los contagios se disparan porque ahora
se han acelerado en el interior. Cinco
regiones y veinte provincias se mantienen en cuarentena, y ayer el MINSA
encendió alerta roja en otras cuatro regiones. En Cuzco y Puno ya exigen la
intervención del Gobierno. Salvo para Vizcarra, hasta para un ciego es claro
que la pandemia antes de atenuarse empeora cada día.
En este
contexto, ¿a qué perspectiva nos enfrentamos? ¿Veremos la luz en algún momento?
Vizcarra y sus huestes saben perfectamente a donde nos conducen. El Grupo Prospectiva del MINSA anunció
estos días que al ritmo actual hacia
fines de año Lima llegará al 50% de contagios, es decir, en diciembre estaremos
casi en la “inmunidad de rebaño”, fenómeno que los especialistas
identifican como el nivel en que la propagación comienza a caer. Pero también
dice que a esa fecha el total de fallecidos llegaría a 100 mil. Ambas cifras, por supuesto, son conservadoras y dichas con
tino porque todo indica que puede ser antes dado que el Gobierno viene haciendo
poco para enfrentar la pandemia.
Esta “inmunidad”
de Vizcarra es creación propia y no la que impulsa Trump y Bolsonaro. Él le ha dado
cierta gradualidad a la masificación de los contagio, como quien suelta una
carga pesada por partes. Por ello, así como promueve actividades no esenciales
pero que son intensos focos de contagio (restaurantes, centros comerciales,
viajes interprovinciales), al mismo tiempo establece cuarentenas y restricciones
ahí donde todo está colapsado. Por supuesto no se trata de una acción
planificada sino de un cálculo torpe y ciego con algo de maquillaje, pero útil para
el propósito que se persigue. La crisis sanitaria en Lima es desesperante, pero
muchos ya aprendieron a automedicarse, a vivir el vía crucis de buscar oxígeno
y medicinas, y hasta optan por morir en sus casas. Lo mismo sucede en las
regiones en cuarentena con gente que sigue muriendo en las calles.
Así avanza
el plan Vizcarra con vistas a llevarnos a inocularnos de la manera más pronta
su “inmunidad de rebaño”.
No es casual
que esta misma política sea replicada por los empresarios en los lugares de
trabajo. Los empresarios no arrojan al contagio masivo a los trabajadores
porque se quedarían sin la mano de obra que mueve sus negocios, pero tampoco
aplican ni cumplen protocolos que protegen su salud y vidas. Aplicar protocolos
estrictos que cuiden el distanciamiento e higiene de los trabajadores, tomar
pruebas de tanto en tanto, cumplir con las cuarentenas para los contagiados, etc.,
para ellos son costos. Por eso la
política es relajarlas y dosificarlas para que los contagios se extiendan de
manera progresiva pero sin que lleguen a afectar la producción. Así también, cuando
se reiniciaron las actividades se testeaba trabajadores que reingresaban y se
reemplazaba a los contagiados, usando a los colocados en “suspensión perfecta”
como bolsa de trabajo, en un proceso que termina cuando la mayoría se contagia.
En el balance final, mientras ellos asumen un costo mínimo en soles, son los
trabajadores los que ponen el pellejo al enfermarse o morir, mientras garantizan
la continuidad de la producción
Esta “inmunidad
de rebaño” made in Vizcarra equivale
a un casi abandono de la emergencia. Hasta hoy no ha sido capaz de resolver las
más mínimas necesidades. El tan promocionado “acuerdo” con las Clínicas Privadas
no ha llegado a atender ni siquiera a un paciente a la fecha, las medicinas y
el oxígeno para el tratamiento del Covid 19 siguen escaseando, o se los
encuentra a precios inalcanzables para los más pobres, tampoco se instala más equipamiento
sanitario ni se contrata más personal… Deja, en cambio, que las empresas privadas
se luzcan como grandes benefactores, como Aceros Arequipa que luego de declarar
un masivo cese colectivo hoy encabeza una campaña llamada “Respira Perú”, o
Southern, que muchos en el sur cuestionan, que ahora entrega oxígeno como si realizara
un inmenso esfuerzo.
Entre todas
estas calamidades la mayor quizá es la falta de ingresos de los trabajadores,
por los masivos despidos, los ceses, las suspensiones o simplemente porque muchos
pequeños negocios cerraron. Al carecer de ingresos la mayoría de la población
es obligada a movilizarse y se contagia, agravando su situación. Reconociendo
este problema que es de alcance mundial, la misma Organización de Naciones Unidas
(ONU), que orienta las políticas generales de gobiernos como el de Vizcarra, plantea la introducción de
una renta básica temporal para todos
los pobres del mundo con el fin de frenar el avance del Covid 19. Vizcarra, por ejemplo, puede entregar el mismo monto que dio
a los empresarios (60 mil millones de soles) a los trabajadores, que son los
que más necesitan, lo que puede permitir entregar mil soles durante seis meses
a 10 millones de trabajadores, lo que representaría un alivio. Pero no
lo hace y anuncia otro bono invisible.
Es posible salvar
vidas y la salud de los trabajadores y el pueblo pobre. Pero, como ya hemos
explicado varias veces desde el PST,
esto implica luchar por una alternativa como la que defendemos, y que pasa por derrotar
el plan Vizcarra centrado en sacrificar la salud y la vida de los trabajadores
en el altar del interés capitalista. Pero es posible también recoger las
propuestas y demandas de diversos sectores que en diversos tonos vienen
reclamando por una mejor atención de la emergencia, que frenen la alta tasa de
muertes y alivien los padecimientos del pueblo.
Es irresponsable solo hechar la culpa al estado, facil es apuntar con el dedo a otros y no hacer mea culpa del error que todos los peruanos hacen todos los dias y es no colaborar en no propagar este virus, salen de sus casas disque con la mentira de que voy a trabajar y sin embargo estan tomando en las esquinas, reunidos en lugares ocultos, no respetar la distancia, no respetan la cuarentena, les llega todo con la finalidad de hacer lo que quieran y no hay que decir nada todo disque es culpa del estado, sean responsables y asumamos la culpa es de todos no solo del Estado, esta pandemia se acabaría en 30 dias si todos colaboramos en no salir de casa y resistir solo 30 dias ya que el virus no sobrevive mas tiempo y los que estan en la face de contagio terminen y todos felices, pero eso es un sueño por que la maldita cultura del peruano disque vivaso es sacarle la vuelta a las leyes y cuando todo esta mal la culpa es del estado no de nosotros.
ResponderEliminarHay que ser que, para hechar la culpa a otros, los únicos culpables en que esto empeore somos todos por estar saliendo a la calle por gusto, entiendo que hay casos excepcionales pero reduzcamos el salir a la calle y esto se termina, recuerden que el maldito virus se propaga por los mismos humanos no se propaga solo, el único medio de transporte somos nosotros, si no salinos no transportamos el virus, por ende bajan los contagios y nuestro peru se libra de esto.
Simple logica, si el confinamiento del Estado no dio los resultados esperados fue por la gente disque vivasos que hacian caso omiso a las ordenes del Estado mientras todos guardamos cuarentena, entonces que esperar.