SEÑORES DE LA CONFIEP: ¡PROVECHO!

Un mensaje que da impulso a la política de Vizcarra centrada en proteger los grandes negocios capitalistas a expensas de hundir más en el terror de la pandemia y el hambre a la clase trabajadora. Hay que responder.


Luego del discurso que hoy presentó el señor Cateriano ante el Congreso para el pedido de confianza, el ánimo no puede ser mejor en la élite empresarial y en todos los que lucran a manos llenas con la crisis que nos agobia. Con el pomposo título En la crisis esfuerzo y unión, el nuevo premier, que inició sus lides en las filas de la reacción hace 30 años y en el cual se ha mantenido fiel como el mejor de los perros, intentó resumir el espíritu general que los anima como clase para seguir subyugando al país y a la clase trabajadora a la postre de su amor por el dinero.

De su farragoso discurso lleno de cifras y promesas con la que se pretende satisfacer a todos pero más que eso confundir a los trabajadores, Cateriano señaló una prioridad sobre cinco puntos, y en primer lugar destacó la grave crisis sanitaria que asola al país y que se ha agravado gracias a la torpe y ligera apertura de actividades aprobada por el Gobierno. Pero, más allá de sus palabrerías de solidaridad y lamento que no le cree nadie, no dijo nada, nada concreto, para contener el crecimiento descomunal de la pandemia que estos días se expande por todo el país sembrando muerte, enfermedades y desesperación en los hogares de la clase trabajadora.

En lugar de corregir el paso dado con la apertura, hoy que suenan todas las alarmas, y que cada día que pasa es más indescriptible que el anterior, lo que pretende Cateriano es una corrida para adelante, promoviendo más las la movilidad social y las actividades económicas con el cuentazo de “generar empleo”, como quien ofrece una dádiva si cruza el infierno. 

Hasta las Naciones Unidas, la CEPAL y la OMS, que son organismos del gran capital en el mundo, en múltiples pronunciamientos han dicho que entre economía y salud no hay disyuntiva. Entiéndase bien: no hay disyuntiva. Dicen que primero se debe contener la pandemia antes de normalizar las actividades económicas. Pero el Gobierno, más papista que el Papa cuando se trata de servir al capital, porque cree que ya puso su cuota de esfuerzo, no solo desoye esa recomendación sino pretende hacernos cree que se puede hacer las dos cosas a la vez, como encontrar la cuadratura del círculo. Por eso, en la realidad, lo que vemos es que el gobierno promueve las actividades económicas a expensas de permitir que se propague más el virus.

Por eso también el señor Cateriano, entusiasta promotor de ideas neoliberales que presenta como la última modernidad, desempeña el papel del carnicero porque como única repuesta ante el terrorífico crecimiento de la pandemia, solo nos pide que nos cuidemos. Nos pide guardar el distanciamiento social cuando sabe eso solo lo puede garantizar el señor Cateriano para él mismo como los empresarios para ellos, pero nosotros casi imposible, por más esfuerzo que hagamos, porque vivimos en condiciones de hacinamiento en las calles, en el transporte, en nuestras casas…y en los propios centros de trabajo. Por ello, cuando Cateriano nos reitera esas imploraciones parece que escucháramos otra vez a Hurtado Miller en 1992 cuando luego de soltar el paquetazo económico más brutal de nuestra historia, nos dijo: “que Dios nos ayude”.

Lo que es más indignante aún es que, aun aplicando esa política que nos entrega a las garras de la enfermedad y de la muerte, Cateriano y el Gobierno deberían resolver, al menos, medidas mínimas que cuestan poco comparado con lo que entregan a los empresarios, pero que pueden aliviar los duros momentos que vive nuestro pueblo: garantizar oxígeno, camas y medicinas; fortalecer a los Equipos de Respuesta Rápida que son insuficientes y no cuentan con equipamiento para su labor de atención primaria; definir una estrategia (planteada tantas veces desde el inicio de la pandemia) basada en pruebas masivas para cercar y hacer seguimiento al virus y lograr una contención más efectiva. No. Nada. Ni siquiera ha respondido a la infinidad de denuncias que vienen de las minas y fábricas donde impunemente se promueve los contagios entre los trabajadores. Cateriano se limitó a seguir ofreciendo más camas y más UCI. Pero para el próximo año.

Entre sus prioridades habló de educación pero no explicó cómo se recuperará el año casi perdido sin dejar de proteger a los educandos y profesores. Habló de combate a la ola de delincuencia con un nuevo batallón de policías, pero en realidad todos sabemos que ellos se ocuparán de reprimir a los que cada día salen a luchar porque ya no soportan más, como en Espinar o el Sitobur. Habló de la corrupción, pero no dijo qué va a hacer para castigar a los más de mil altos funcionarios del Estado que siguen en sus argos luego de haber sido descubiertos por la Contraloría robando en plena pandemia.

En esta línea, y repitiendo lo mismo sobre diversos programas que solo anuncian chorreos de empleo temporal y miserable, y la entrega de otro bono tan invisible como los anteriores, agregó otros anuncios demagógicos como más inspectores e inspecciones para que no inspeccionen ni sancionen nada, “plataforma digital del MINTRA”, etc., coronado con la fresa del Consejo Nacional de Trabajo para seguir meciendo a los dirigentes de las centrales a fin de que continúen, como hasta hoy, de espectadores.

Lo que sí quedó absolutamente claro es la prioridad del gobierno para la reactivación de la economía se basa en promover la actividad privada, dando contenido a lo que dijo Cateriano al momento de jurar el cargo: hacer más ricos a los ricos… porque es la única forma de generar empleo.

En esto sí hay sí hay anuncios concretos que han sonado como música para los oídos empresariales: una nueva danza de millones con medidas tributarias que colocan más plata en sus bolsillos (reducción de impuestos, devolución de IGV, valorización rápida de activos), nuevas medidas que relajen controles, fiscalizaciones y trámites establecidos por el mismo Estado para regular sus actividades, todo para que fluyan las inversiones atraídos por la obtención de mejores beneficios. En especial en el sector minero que se considera prioritario. Aprovechando el pánico, se pretende presentarnos a los grandes capitalistas y en especial a los enormes saqueadores del país como son los empresarios mineros, nada menos que como nuestros grandes salvadores.

Anunció también nuevas normas para favorecer a las empresas petroleras y de gas, y una nueva ley que con el cuento de asegurarnos una pensión a todos, liquide la actual ONP y de golpe se pase a todos al sistema de las AFPs, al mismo que hoy muchos descubren como un robo legalizado. Y, en la misma nota, anunció la entrega de otro paquete para reforzar estas medidas en las siguientes semanas.

La otra cara de esta política obviamente es el garrote para los trabajadores. Por supuesto nadie espera que hable de más despidos, más ceses, suspensiones perfectas y recortes de derechos: se deducen de las medidas anunciadas. Si el objetivo es maximizar los beneficios empresariales eso solo se va a hacer perjudicando a los trabajadores. Sin embargo, Cateriano tuvo el cuajo de anunciar que su hoja de ruta en materia laboral será la Agenda de la Confiep, cuando dijo que retomará la aplicación del Plan de Productividad y Competitividad (PNPC), plan que los luchadores obreros vinieron denunciando como la plasmación de la Agenda Confiep. En dicho plan, dice Cateriano, se avanzó 17% y ahora se propone más que duplicar esa cifra en los siguientes meses.

Es en este sentido que hay que entender el ofrecimiento de Cateriano de generar trabajo formal: como una tentativa de recuperar empleo formal pero con menos derechos. Así no hace más que reiterar a su manera lo que dijera hace algunos días doña María Isabel León de la Confiep: recortar derechos para que los empresarios se animen a contratar nuevo personal.

Estamos avisados. Ahora todo depende de que nosotros.


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