VIZCARRA: SU MENSAJE VIENE EN DOS PARTES

El siempre esperado mensaje de 28 de Julio ésta vez viene en dos partes. La segunda será dado por Cateriano en su próxima presentación ante el Congreso.

El mensaje de Vizcarra ha merecido muchos juicios, como el señalamiento de que dijo poco o nada sobre cómo enfrentará la crisis actual. Pero nadie reparó que esa parte del discurso lo presentará Pedro Cateriano el lunes 03 de agosto ante el Congreso, hecho que él mismo se ha encargado de anunciarlo.

Así, vemos que el mensaje del 28 de Julio viene en dos partes mostrando una división del trabajo o de roles al interior del gobierno: Vizcarra habla de lo que “hizo” (afirmando que todo lo hizo bien) y anuncia las buenas nuevas, y Cateriano precisa las acciones; el primero señala el norte y el otro las pone en marcha. Por eso, con el mismo tono grandilocuente con el que enaltece su gestión y no reconocer ninguna responsabilidad en el desastre que enluta al país, Vizcarra se encargó de plantear el

Por eso, del montó de palabrerías que dijo el 28, lo único sustancial y con sentido acorde a la nueva política gubernamental, ha sido lo del “Pacto Perú”. Enfrentamos una grave crisis sanitaria y económica, una de las más graves del mundo, sin visos de salida, en parte producto de la desastrosa gestión de Vizcarra. Esta crisis hizo explotar la frágil estabilidad que éste había logrado construir antes de la pandemia, cuando sorteó una crisis institucional y de gobierno formando una coalición contra un sector corrupto y promoviendo una reforma política y judicial que levantó mucha expectativa y apoyo. Esta coalición se hizo trizas ante el manejo desastroso de la pandemia, y más ante el hundimiento de la economía, pues la mayoría de sus socios son capitalistas o voceros de ellos, dejando a Vizcarra muy precario y, en consecuencia, limitado para seguir manejando una crisis que bien puede traer más caos, zozobra y estallidos sociales que amenacen al gobierno y al propio sistema. El llamado a hacer un “pacto” es un llamado de fondo para enfrentar esta amenaza y

Este planteamiento implica un cambio de 180 grados en la política vizcarrista. Buscar un acuerdo entre las principales fuerzas de la burguesía es un borrón y cuenta nueva porque incluye a un gran sector que se cuestionó (Apra, Fujimorismo) por encarnar la corrupción en el país, y por lo que se disolvió el Congreso anterior, y a los que fungen ser “oposición” desde el actual legislativo y cuyos intereses no menos santos. De este modo, de un solo golpe se tira al tacho todo el discurso anticorrupción y toda la pretendida reforma política y judicial con la que se nos entretuvo por más de un año, para priorizar la

Aunque el llamado a dicho “pacto” se hace sobre la base de cinco puntos que parecen recoger el interés y necesidad de las amplias mayorías (salud, educación, pobreza, reactivación económica y reforma política), ellos son puro floro. En realidad lo que se busca es una respuesta a la crisis con el interés puesto en salvar los negocios capitalistas antes que a los trabajadores y los más pobres.

Desde el levantamiento de la cuarentena se hizo claro que para Vizcarra --y sus mentores de la burguesía-- la prioridad es la reactivación económica por encima del combate a la pandemia, al costo que sea. Por eso en su mensaje no dijo una palabra de cómo enfrentará la grave crisis sanitaria que vivimos estos días y cada día se agrava más, mientras ha descartado de plano toda vuelta a la cuarentena, dando el mensaje fáctico de “sálvese quien pueda”. Parece que no existe racionalidad: cuando los contagios eran pocos nos confinaron, lo que estuvo bien, pero ahora que el virus está por todas partes nos empujan a trabajar condenándonos al contagio masivo, la enfermedad y la muerte; pero su “racionalidad” es que más importante que salvar vidas es salvar la economía capitalista que es el soporte y ordenador del sistema en que vivimos.

En estas condiciones, la “reactivación” viene significando obligar a los trabajadores a entregar la vida para que los negocios no se detengan. Por eso en los centros de trabajo ya casi no se toman pruebas de descarte, se reduce a 3 días el confinamiento de los contagiados, y en lugar de incidir en la prevención se pretende encerrar a los trabajadores para que en largas jornadas garanticen la producción, actos todos que está siendo resistidos en muchos lugares en defensa de la salud y la vida (Marsa, Antapaccay, etc.).

En este mismo sentido, se intenta un plan más a fondo con el gabinete Cateriano con medidas específicas para impulsar la reactivación de los negocios empresariales. Los que aplicó el gobierno y que directamente beneficiaron a los empresarios y perjudicaron ostensiblemente a los trabajadores, no han sido suficientes. La CONFIEP y sus voceros ya adelantaron gran parte de esas nuevas medidas: quiere que se promuevan los proyectos mineros con menos “trámite” y con “licencia social” de facto, lo que Vizcarra ha respondido en su mensaje, para satisfacción de la Sociedad de Minería y Petróleo, al reconocerle como

Quieren, además, facilidades para declarar más suspensiones perfectas, ceses colectivos, despidos y recorte de derechos; postergación de las negociaciones colectivas de este año, introducir ya las reformas laborales de fondo propuestas por la CONFIEP, entre otras.

El anuncio de la entrega de otro bono para los sectores más pobres, aun cuando se haga efectivo, significa un goteo comparado con la enorme explotación y saqueo que se produce y se planea obtener de la clase trabajadora.

Cateriano, al frente del nuevo gabinete ministerial, se ha encargado de explicar esta orientación al afirmar

Sin embargo, aunque el discurso “reactivador” es recibido con expectativa por la intensa necesidad de trabajo, es ilusorio. Liberar las actividades y otorgarles beneficios a los empresarios no reactivará los negocios capitalistas como por arte de magia. No. Estamos en una crisis sanitaria que aún no tiene solución y que seguirá presente al menos por un año arrastrando tras de sí a la economía en su conjunto. El mismo mal afecta a la economía mundial del cual depende mucho la economía del país. Ante ello, el ofrecimiento de los proyectos mineros, o las grandes obras que anuncia Vizcarra, aun cuando se implementen, demoran años en ejecutarse. El programa “Trabaja Perú” que proyecta emplear a 200 mil de manera temporal, queda empalidecido ante los 2.5 millones de nuevos desocupados que dejó la crisis solo en Lima.

No habrá reactivación sino solo paliativos, al menos no habrá reactivación en términos de empleos y salarios que continuarán deprimidos, como lo señalan los mismos especialistas de la burguesía, al menos por dos años. Pero

Como no podía ser de otra forma, aunque de modo fragmentado y con demandas puntuales, desde abajo viene creciendo la respuesta y contra ella se ha desplegado una brutal represión, como la que se puso de manifiesto en la jornada del 23 de julio y la represión que estos días se desata en Espinar; represión que en las fábricas significan sanciones y despidos de los dirigentes que se vienen colocando al frente. Pero el mismo gobierno sabe que por más que los tanques y los fusiles apunten contra los que luchan estos no serán suficiente porque la ola de descontento crecerá y se extenderá en la misma medida que los ataques. Por eso su llamado a la “unidad nacional” burguesa para garantizar la aplicación de su plan y su salida electoral del 2021.

Ante esto, tenemos que manifestar claramente lo siguiente:

-No aceptamos que el gobierno abandone el combate a la pandemia y exigimos que se vuelque a ella más recursos y equipamiento, y que, ante la manifiesta incapacidad del gobierno, sea ejecutado por las organizaciones obreras y populares.

-No aceptamos enfermar o morir en nombre de la “reactivación económica” capitalista porque primero son nuestras vidas, y por ello exigimos que sí no hay protocolos ni garantías no debemos trabajar.

-No aceptamos entregar nuestros derechos (salarios, trabajos, beneficios, etc.) para proteger la fortuna de enormes grupos empresariales porque implica aceptar que nos arrojen a la mayor miseria.

-No aceptamos que se condene a nuestro pueblo pobre y hambriento a un “sálvese quien pueda” y exigimos la entrega de un salario para todos por el tiempo que dure la pandemia.

-No aceptamos la criminalización de la protesta, exigimos el retiro de las FFAA de las calles, el levantamiento del estado de emergencia, la restitución de los derechos constitucionales y el respeto al fuero y la libertad sindical.

-En una palabra: no aceptamos la continuidad del mismo modelo económico que nos ha llevado al destre y que ahora pretende salvar los negocios capitalistas con la vida y derechos de la clase obrera y los más pobres.

Por ello, ante el llamado a la unidad burguesa para continuar y ponerle fuerza a su plan, debemos responder con la



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