¿QUE TRAE BAJO LA MANGA EL NUEVO GABINETE CATERIANO?

El jueves 16 juramentó un nuevo gabinete encabezado por Pedro Cateriano. Más allá de su posicionamiento a la derecha, vista las muestras de felicitación de la Confiep y, en el otro polo, la "decepción" expresada por la CGTP, lo que necesitamos explicarnos es ante qué tipo de cambio estamos y lo que esto implica para la clase trabajadora.


En primer lugar hay que ver estos cambios dentro de un gobierno de carácter patronal. Como el área de RRHH que puede cambiar de política y personas de acuerdo a las circunstancias. Los que, como la CGTP, ven al gobierno suspendido en el aire a merced de las presiones de uno u otro sector justificando así su política de colaboración, son los únicos que pueden quejarse de las “presiones” de la Confiep y lamentarse del nuevo curso adoptado por el gobierno.

El gobierno Vizcarra, como se sabe, es producto de una grave crisis institucional y es, por tanto, esencialmente débil. Pudo sostenerse gracias a que supo montarse con cierta habilidad sobre el rechazo popular a la corrupción y a los políticos más repulsivos que anidaban en el Congreso, con lo que ganó apoyo y margen para seguir administrando el Estado y la continuidad de los negocios capitalistas, incluido la aplicación de Agenda 2.0 de la Confiep de reformas antilaborales.  

Ante la pandemia su plan consistió en controlarla con un rápido y efectivo confinamiento para luego volver a la “normalidad” ungido de protagonismo; de ahí sus espectaculares anuncios del primer momento que llevaron la popularidad de Vizcarra hasta 80%. Pero fracasó, fracasó reiteradamente a lo largo de cuatro meses como ninguno en el mundo. Al mismo tiempo hundió la economía, causando una doble crisis que hoy es vista como de las mayores del mundo.

Mucho se ha hablado y escrito sobre este balance pero en esencia todas las críticas apuntan a las características altamente personalistas y autosuficientes de la administración Vizcarra, mimado por varios sectores de la izquierda caviar y la democracia liberal, que lo hizo ciego e incapaz de articular un plan desde el propio seno de la burguesía para enfrentar con alguna eficacia la crisis. De ahí que el desastre sea casi único.

De la fallida cuarentena sale otro gobierno, uno que acusa desgaste y que debe enfrentar una crisis mucho más grave. Debe enfrentar una polarización donde por un lado crece la demanda popular para que atienda la emergencia (ayer Vizcarra fue abucheado en Arequipa) y las necesidades sociales, en tanto desde el otro se escuchan todo tipo de exigencias para salvar el barco capitalista reactivar los negocios. Entre los dos, tratándose de un Estado burgués y de un gobierno del mismo signo, la prioridad de Vizcarra pasa a ser salvar el ordenamiento capitalista y los negocios.

En este sentido, el primer paso de Vizcarra fue lanzar la reanudación de actividades al más puro estilo de Trump y Bolsonaro, condenando al contagio y a la muerte a decenas de miles de trabajadores y pobres tal como lo venimos presenciamos estos días, sin que aún podamos ver la luz.

El cambio de gabinete intenta el segundo paso, cerrando la fase anterior y poniendo pie firme en el nuevo.

El gabinete Cateriano no es un gabinete más como los anteriores lleno de portapliegos. Cateriano hizo su ingreso al gobierno con su propio equipo: el abogado Martín Ruggerio del Estudio Payet que asesora grandes empresas a la cartera de Trabajo, el empresario minero Rafael Belaúnde a la cartera Energía y Minas, etc. Pero sobre todo trajo bajo el brazo el plan político y económico de la Confiep. En los hechos esto significa que Vizcarra cede poder a una conducción más emparejada con el humor empresarial y dispuesto a tender puentes con el Congreso para el objetivo de recuperar gobernabilidad y reactivar los negocios capitalistas.

Con este fin, el primer objetivo del gabinete Cateriano es la defensa de la continuidad del modelo neoliberal. El modelo se ha puesto en cuestión no solo aquí sino en todo el mundo porque puso de manifiesto la inmensa brecha social y el desmantelamiento de los servicios del Estado que dejaron vulnerables a inmensos sectores de la población ante la pandemia, en un hecho que refuerza nuestra idea de que es prácticamente imposible combatir la crisis sanitaria y económica sin cambiar el modelo que privilegia el mercado y la libre empresa sobre la vida.

La situación llevó por razones prácticas o demagógicas tanto a Vizcarra y a un sector del Congreso a dar pasos en ese sentido: el retiro de una parte de los aportes a las AFPs y el debate de su reforma, la suspensión del pago de peajes, el debate de la devolución de aportes a la ONP y hasta la amenaza de expropiación de las clínicas privadas; todo lo que los voceros empresariales dieron en llamar la amenaza “populista”. Una tendencia, además, que puede crecer en un entorno donde la crisis está en pleno desarrollo y cuando, con vistas a la proximidad de las elecciones, sus defensores se muestran bastante debilitados.

Esta “vuelta al populismo” fue sazonado con el desarrollo de un nuevo conflicto entre Vizcarra y el Congreso que amenazaba con debilitar más la ya débil gobernabilidad.

Por ello Cateriano tiende puentes hacia el Congreso, incluido el fujimorismo, para construir consensos en ese sentido y en torno a ellos reforzar la gestión de gobierno en su último tramo. Es posible también, en esa misma línea, que no sea ajeno a animar en las elecciones una de las candidaturas de la derecha neoliberal.

El otro objetivo de Cateriano es la reactivación misma. En este punto el concierto empresarial coincide en que la apertura total ni las generosas ayudas del gobierno resultan suficientes para el tamaño de la crisis. Las empresas vuelven a abrir pero ya no venden lo mismo porque el mercado se achicó (tanto por los masivos despidos y quiebras de pequeñas y microempresas como por la contracción del mercado externo). Para reactivar las empresas demandan, primero, manos libres para descargar sus pérdidas sobre los trabajadores, por ello no aceptan trámites de suspensiones perfectas ni de ceses colectivos que son apelados y resistidos por los trabajadores, sino su aprobación de facto. Para reactivar vienen ampliando las jornadas a 12 hrs., recortando salarios, etc., que también son resistidos; por eso demandan normas que les permitan libertad de contratación. Y de los Pliegos ni hablar: plantean suspender su vigencia al menos por este año.  

Es sobre estas demandas que se habla sin tapujos en los medios empresariales. Cateriano se hace eco de ellas con otras palabras. “La única manera –dice-- de desterrar la pobreza, que ha aumentado con esta pandemia, es generando riqueza. Para generar riqueza se requiere inversión nacional e inversión extranjera".  Repite las mismas formulas de los años 90, cuando entonces lucía lozano y esas ideas sonaban novedosas. Pero hoy son y se ven seniles. El sonsonete: para que haya trabajo se requiere más inversión, para que haya más inversión se requiere incentivar la riqueza se ha revelado como una farsa. 25 años aplicando esa receta creó 17 familias multimillonarias que hoy son los “dueños” del Perú, pero no se “desterró” la pobreza ni por asomo. La pobreza se maquilló de “informalidad” y trabajo precario que ahora con la crisis desaparecieron para volver a descubrir a los pobres de antes, al mismo tiempo que se desmantelaron los servicios del Estado porque era costosos creando las condiciones para el desastre que vivimos. La gestión de la misma pandemia es una muestra de cómo el Estado neoliberal prioriza el mercado sobre la vida: muchos deben resignarse a morir porque no pueden acceder a una cama en una Clínica, a un miserable balón de oxígeno ni a algunas medicinas básicas, porque son negocios “privados”.

“Priorizar las inversiones” en el lenguaje del Sr. Cateriano,  también significa sacar adelante los proyectos mineros impopulares (Conga, Tía María), entregar nuevos beneficios a la exploración minera y petrolera que implican no solo más daño ambiental sino más saqueo del país, rebajar los impuestos que se aplican a las empresas, etc.

Y visto desde el terrible panorama que vivimos con la pandemia significa simplemente no gastar más y dejar que la gente muera.

La receta neoliberal de hacer más rico a los ricos para que algún día nos caiga migajas si antes fue perversa hoy equivale a salvajismo puro. Con el gabinete Cateriano en modo alguno se enmiendan caminos ni menos damos un paso adelante para enfrentar la crisis. Al contrario: expresa la determinación de la burguesía de resolver los problemas de gobernabilidad y de salvar los negocios capitalistas al precio de nuestras vidas, trabajos y derechos, para que la nueva riqueza que generemos, así de manera salvaje, nos traiga “progreso”, al menos en sueños.

Este es el plan, pero el resultado final depende de la lucha de clases. Lo importante es saber que la burguesía ha movido sus fichas a tono con la nueva situación y que tiene un plan. Los trabajadores debemos hacer lo mismo, desde abajo, construyendo una nueva dirección, un plan de lucha y un programa alternativo, porque la CGTP mueve las fichas equivocadas y sigue mirando para otro lado.


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