NUESTRAS VIDAS O SUS GANANCIAS


Vivimos el momento más duro de la pandemia en el que cada día más trabajadores y pobres enferman y mueren. Hay una salida: luchar por un nuevo plan centrado en salvar vidas y no las ganancias empresariales.  

Vizcarra acaba de decir, sustentado en las investigaciones que hace su propia gente, que estamos a punto de llegar al pico de los contagios. Sin embargo los especialistas dicen lo contrario. El Dr. Mateo Prochazka, toda una autoridad en el tema, explica que la aparente desaceleración de los contagios de estos días responde a que no se están realizando suficientes pruebas y que los laboratorios no las están procesando debido a que están saturadas; lo mismo afirma el Dr. Miguel Palacios, decano del Colegio Médico del Perú. Por eso ambos sostienen que para llegar al pico todavía faltan varias semanas.

Pero, esto que ya es mucho, no es lo peor. Oficialmente se dice --y en eso sí coinciden todos los especialistas -- que llegado el pico estaremos sobre una meseta por un tiempo. El ministro de Salud afirma que en esa “meseta” se sucederán y mezclarán distintas olas en distintas regiones que llevará a casi todos a vivir la misma tragedia que hoy vive Iquitos.

Es lícito preguntarnos: ¿por qué debe prolongarse tanto nuestra agonía? Por la misma razón que explica que el gobierno no haya logrado controlar la pandemia todo este tiempo: su plan es ineficaz.

En lugar de cambiar de plan el Gobierno insiste en el mismo y, para peor, ahora inició un plan de reactivación que producirá más contagios. Si hay alguna duda veamos lo que sucede en el sector minero que se dice “moderno” y capaz de aplicar protocolos exigentes: las infecciones se masifican entre los trabajadores (ahora Consorcio Minero Horizonte), tanto que en algunas minas (Marsa) los mismos obreros se resisten a concurrir por temor al contagio. A esto hay que agregar el hecho de que la gente pobre, que es la absoluta mayoría, está saliendo a trabajar porque el Gobierno no les lleva ninguna ayuda.

De este modo, el plan del gobierno en lugar de mejorar empeora y nos conduce a una agonía general con más muertes y tragedias, mientras presenta este escenario como “inevitable” dada la necesidad de reactivar la economía.

La "inmunidad de grupo"

Para entender el nuevo contenido del discurso presidencial solo hay que leer a los voceros empresariales que suelen hablarle a su auditorio de manera clara. El consultor empresarial Elmer Cuba (Macroconsult), dice, por ejemplo: “La idea central de la cuarentena era bajar la tasa de contagios. (Fracasó). Como no se puede parar indefinidamente la economía, la idea es volver a operar con protocolos sanitarios que reduzcan dicha tasa hasta que se produzca la inmunidad del grupo, que llegaría antes que la vacuna. Este es el único camino que queda.” (Gestión 13.05.20)

La “inmunidad de grupo” es la infección colectiva. Pere Godoy, presidente de la Sociedad Española Epidemiología, explica lo que esto significa para España: “Se calcula que el 5% de la población de España se ha infectado. Adquirir la inmunidad de grupo será lento...Que el 95% no se haya infectado quiere decir que la inmunidad de grupo no será posible, salvo que estemos dispuestos a asumir un coste enorme para toda la sociedad. El virus ha demostrado ser muy peligroso y cualquier política que lo deje circular entraña un riesgo enorme. (El País, 13.05.20).

Si para España “la inmunidad de grupo tendría un costo enorme”, imaginémonos lo que sería para Perú, donde el sistema de salud es casi inexistente en el interior y los sectores más pobres del país son más vulnerables a enfermar o morir ante el virus. Ante semejante amenaza, mientras el especialista español recomienda que “La salida es seguir adoptando medidas que frenen la transmisión del virus y tener paciencia para mantenerlas hasta que podamos conseguir inmunidad de grupo con la vacuna”, aquí, como dice el Sr. Elmer Cuba sin pelos en la lengua, hay que conseguir la inmunidad de grupo por la vía de arrojarnos a las garras del virus donde sobrevivirán los que puedan o tengan suerte. Así de simple.  

La inmunidad de grupo, además, fue y es la política oficial de Trump y de Bolsonaro, los gobiernos más reaccionarios del mundo. Por eso afirmamos que por otro camino, el de la ineptitud mezclada con promesas que cada día suenan a cuentos, Vizcarra nos lleva al mismo resultado, porque el contagio general en las condiciones sanitarias precarias y limitadas, junto a la demostrada vulnerabilidad de nuestra población pobre (40% más propicio a enfermar que el 10% en Europa), significa y significará una alta tasa de muertes.

"No podemos vivir en cuarentena”

Los que desde las esferas empresariales y del mismo Gobierno promueven esta política suicida de “inmunidad de grupo”, lo hacen con un lenguaje que parece razonable. Elmer Cuba dice en la cita antes mencionada: “no podemos vivir indefinidamente en cuarentena”. La distinguida señora que habla por la CONFIEP ha dicho lo mismo. ¿Quién ha dicho que “hay que vivir en cuarentena”?

Lo que hemos dicho --y acepta cualquier persona de este lado de la vereda--, es que necesitamos una cuarentena sin hambre, con un sistema de salud efectivo que persiga al virus y que sea capaz de atender debidamente a los enfermos; así, en un mes o un poco más, se controla la pandemia y salimos trabajar y la economía se volvería a reactivar de manera segura. Esta salida cuesta dinero pero salvará vidas. Lo que el gobierno no quiere es gastar más y para ello meter mano al bolsillo de los ricos, y por eso renuncia a salvar vidas. Vizcarra opta por un plan centrado en “salvar los negocios” al precio de condenarnos a infectarnos y a muchos a morir.

Tan es así esta su lógica que ha dado marcha atrás en algunas medidas colocándonos por detrás de muchos países, como la disposición de incluir en la nómina de los obligados a concurrir a trabajar a una gran parte de la población vulnerable (mayores de 60 años y mayores con obesidad 30), en contra de las disposiciones de la OMS.

La salida es luchar por un Plan de Emergencia Obrero y Popular

Que Vizcarra y los empresarios razonen así se entiende porque son lo mismo. Los asalariados no debemos dejarnos embaucar por sus discursos. Algunos creen que si no volvemos ya al trabajo, incluso los enfermos y mayores, las empresas “quebrarán” y nos quedaremos sin empleo. No es así necesariamente. Para empezar, un 40% de la economía está funcionando, es decir no todo está paralizado. En segundo lugar, si las grandes empresas no operan unas semanas “no quiebran” en absoluto, simplemente dejan de producir ganancia y se sostendrán a cuenta del patrimonio que controlan y que equivale al 90% de la riqueza nacional. Asimismo, que se les aplique un 10% de impuesto sobre dicho patrimonio tampoco los “arruina”, pero si resolvería la necesidad de financia un nuevo plan verdaderamente efectivo contra la pandemia y salvar la vida de muchos. Por supuesto, sabemos que los empresarios son tan miserables que sentados sobre una montaña de dinero siempre se quejan, ahora menos cederán un sol de sus fortunas; tampoco lo va a aceptar Vizcarra servil a ellos.

La puesta en marcha de un nuevo plan, de un verdadero Plan de Emergencia que coloque en el centro la vida y salud de las mayorías trabajadoras y pobres del país, antes que las ganancias empresariales, es una tarea que solo está en nuestras manos y depende de la lucha unida que demos contra el gobierno, la CONFIEP y el plan que aplican. Aceptamos que nos exploten toda una vida. ¡No vamos, no debemos, aceptar entregarles lo único y lo más precisado que nos queda: nuestras vidas!



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