SUSPENSIÓN PERFECTA Y CESES COLECTIVOS: AHORA CON CORONA Y COMO EL VIRUS



Exijamos ahora a Vizcarra y al Congreso una ley que prohíba los Despidos y la "Suspensión Perfecta de Labores".

Diversos dirigentes expresan estos días justificada preocupación ante el anuncio de empresas y sus estudios de abogados, de presentar solicitudes de “suspensión perfecta de labores” (3 meses sin goce de haber), al amparo de lo que les faculta la ley de Competitividad y Productividad Laboral (DL 728), pretextando la actual emergencia sanitaria.

Aun cuanto algunos abogados le han salido al paso cuestionando la aplicabilidad de la norma porque estaríamos ante un caso distinto, el problema ya está planteado y sería un error circunscribirlo a un debate jurídico cuando sabemos que la norma existe y ha servido para que las empresas la vengan utilizando en los últimos tiempos, no solo en cuanto a la suspensión perfecta de labores sino aplicando ceses colectivos en más de 30 casos.

En la crisis que vivimos escuchamos de todo, desde discursos que señalan a la actual crisis como transitoria (gracias a Vizcarra), hasta los que pregonan casi el fin del mundo. Los dirigentes obreros estamos ante el deber perentorio de esforzarnos por comprender en profundidad lo que sucede y lo que puede venir, y tener una idea de sus posibles impactos en el trabajo. Los empresarios ya lo hicieron y por eso tienen previsto aplicar una serie de medidas, en cuyo contexto hay que ubicar su anuncio de presentación masiva de solicitudes de suspensión perfecta de labores.

Extensión y profundidad de la crisis

Hoy vemos que la economía nacional y mundial se encuentra paralizada y sus múltiples estragos lo vemos y sentimos en carne propia. La idea que nos venden desde Palacio es que esta crisis la paramos con los “martillazos” y la cuarentena impuesta hasta el 12 de abril, y que después volveremos de a poco a la normalidad. Las mismas empresas volverían a la normalidad, compensando sus pérdidas con la enorme ayuda que les está entregando el Estado.

Falso. La crisis actual va para peor y para más. Aún no está claro cuando tocaremos el pico y cuando vendrá la recuperación. Consideraremos solo dos razones fundamentales. En primer lugar la política antipandemia de Vizcarra es poco certera. La cuarentena ha sido el último recurso para frenar la propagación, pero no es la solución. Todos los especialistas recalcan que la solución es una estrategia integral de control de la infección en torno a la masificación de las pruebas moleculares para mapear y controlar sus focos; pero aquí no hay estrategia clara, y hay pocos kits y laboratorios de análisis. Así, si el 12 se reanudan aunque sea parcialmente las actividades, la pandemia volverá a dispararse y estaremos peor, y volveremos otra vez a la cuarentena. Como ejemplo basta señalar que Chile con una estrategia más clara y aplicando 10 veces más dichas pruebas está logrando mejores resultados y una muy baja tasa de fallecidos. Superar estas ineficiencias le agregará entre 2 y 3 meses más al esfuerzo de llegar al pico y “achatar la curva”.

En segundo lugar, hay que tomar en cuenta la crisis mundial. Aun cuando Perú normalizara parcialmente sus actividades el 12 de abril, poco podría hacer porque la economía mundial se encuentra en pleno retroceso económico agravado por el Covid 19. EEUU y Europa recién están subiendo la cuesta de la pandemia y podrían llegar hasta junio. China se “normaliza” pero con severas restricciones. Aun cuando todos se “normalicen” hacia julio o agosto muchas actividades seguirán restringidas y no se sabe por cuánto tiempo, por lo que se espera una ralentización prolongada de dichas economías. Así, los principales mercados casi no le compran ni le comprarán por algunos meses al Perú, y después, por otro periodo, le comprarán poco y a menos precio.

Ambos factores, la extensión del control de la pandemia por ineficiencia del gobierno, junto a la contracción de la economía mundial que se prolongará por lo menos hasta el tercer trimestre (setiembre), significan un inevitable y fuerte retroceso de economía nacional por el mismo periodo. 

Con esta misma evaluación las principales consultoras empresariales (Macroconsult, Apoyo) estiman una caída del PBI en -5%, la más profunda en 20 años, donde destaca la parálisis total del sector turismo y el retroceso pronunciado de la manufactura, construcción y otros servicios.

¿Y la cuantiosa ayuda ofrecida por el Gobierno a los empresarios? Esta ayuda se concentra a nivel de las grandes empresas y solo alcanza a un pequeño universo de pequeñas y microempresas que son las que más empleo generan. Pero además, si las empresas venden a precios disminuidos y tienen una menor demanda, de acuerdo a su óptica harán lo posible por reducir mano de obra, salarios y derechos laborales. Ya lo han venido haciendo estos años de ralentización y con más razón lo harán ahora.

Por eso mismo, esas mismas fuentes indican que, como producto de la crisis, se habría producido ya 1 millón de despedidos en pequeñas y micro empresas, y estiman que puede producirse hasta 250 mil despidos en el sector formal, donde precisamente están los sindicatos.

De alguna manera todos nos informamos de esta realidad cuando por diversos medios vemos cómo se cancelan contratos, no se renuevan otros, se fuerza a trabajadores a firmar acuerdos de suspensión de labores sin salario y ahora escuchamos que otro grupo de empresas presentarán recursos de “suspensión perfecta de labores”. Entre el 2018 y 2019 vimos esta ola de ataques. Ahora no tengamos dudas que lo veremos multiplicado y ampliado a todos los planos, dirigidos a incrementar las tasas de explotación que es la clásica repuesta capitalista ante la caída de sus ganancias.

Vizcarra sabe perfectamente de esto, por lo mismo entrega plata a los empresarios sin condicionarlo a mantener los empleos, mientras mantiene la misma normatividad que faculta la suspensión perfecta de labores y los ceses colectivos.

¿Qué hacer?

Ante este panorama, los luchadores obreros estamos colocados ante un inmenso desafío. Inmenso porque además de seguir trabajando en condiciones restrictivas (falta de movilidad, alza de precios) y con el peligro de ser contagiados y contagiar a los nuestros, de tener que seguir luchando contra la ineficiencia del gobierno en la lucha contra la pandemia, y su prioridad en ayudar a los empresarios en lugar de ayudar a los más pobres, ahora tenemos que enfrentar una enorme embestida patronal que amenaza con producir miles de despedidos y suspendidos, y un endurecimiento de las condiciones laborales. Ante esto habrá que salir también a luchar en defensa de nuestros derechos, y colocar en primer lugar la exigencia al Congreso y a Vizcarra que por ley se PROHIBA LOS DESPIDOS Y LA SUSPENSIÓN PERFECTA DE LABORES, al menos mientras dure la emergencia.

Este desafío que pondrá a prueba todo lo que avanzamos hasta hoy en la lucha sindical nos exigirá también asumir la tarea de construir una dirección política obrera y combativa, porque hoy por hoy las tareas han devenido en más políticas y esa es la dirección que necesitamos para enfrentar la enorme pelea que se nos viene.

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