PANDEMIA Y DESPIDOS MASIVOS: ¿A DÓNDE VAMOS? ¿QUÉ DEBEMOS HACER?


Ante la catástrofe en que se sume a la clase trabajadora y al pueblo pobre requerimos una salida obrera y popular.

Una indignación mayúscula ha explotado en las filas de la clase obrera ante la autorización del Gobierno para que el empresariado pueda declarar “suspensión perfecta de labores” en millones de puestos de trabajo, como una forma de colocar a buen recaudo los negocios capitalistas en medio de la crisis sanitaria, al mismo tiempo que se nos suelta algunas migajas de nuestro propio dinero para que sobrevivamos tres meses aunque después no nos quede nada para enfrentar un eventual despido y menos una futura jubilación.

Algunos podrán pensar: “dos meses, tres meses sin salario y comiéndonos nuestros ahorros, qué diablos, con tal que después volvamos a la normalidad”. Pero la verdad es que no habrá vuelta a la 
“normalidad”.

La gran prensa y los políticos oficiales se han encargado de adormecer las consciencias y cubrir de aplausos al Gobierno vendiendo la idea de que estaría gestionando eficazmente la pandemia y sus secuelas en el terreno de la economía, y lo confirman incluso con encuestas que muestran la abrumadora aprobación que goza Vizcarra. Pero con el pasar de los días todos vemos que nada mejora sino al contrario todo empeora, y el mismo discurso presidencial como las medidas que dicta se van ajustando cada día que pasa, pero nunca, nunca dicen toda la verdad. No lo dicen porque de otro modo se derrumbaría la falsa imagen construida alrededor de Vizcarra, que es la garantía de la CONFIEP para seguir administrando la actual crisis de acuerdo a sus intereses. Vemos aquí el alto costo que le hacen pagar las direcciones a la clase trabajadora en quien alentaron apoyo y confianza en Vizcarra, porque éste ha usado y usará esta simpatía para seguir engañándonos, mientras nos ataca y preparar más ataques.

Nuevamente sobre la magnitud y extensión de la crisis sanitaria

Si en algo coinciden todos los “especialistas” es en la gravedad y extensión de la actual crisis. Contra todos los que dicen “qué bien enfrenta la pandemia Vizcarra”, decimos: mentira, es un desastre. Por supuesto que estaríamos peor si el 11 de marzo no se declaraba la emergencia y no se aplicaban las medidas que conocemos. Pero la pandemia crece de manera acelerada y está trayendo muerte más que otros países, porque:

1) Encontró al sistema de salud pública totalmente desmantelado por obra de éste y de los anteriores gobiernos, y aunque ahora se invierte y compra lo cierto es que se parte de casi 0; por eso, médicos, enfermeras, policías, militares y trabajadores se infectan porque carecen de protecciones mínimas.

2) Por la misma razón tampoco existe infraestructura mínima para atender a los enfermos (UCI, respiradores) y a última hora ya no se los encuentra disponibles en el mercado.

3) No compraron a tiempo pruebas moleculares para realizar análisis masivos y focalizar y seguir la infección, por eso no pueden impedir la propagación del virus.

4) En 30 años se construyó un sistema social absolutamente desigual donde conviven en un extremo un grupo de inmensos ricos y en el otro una inmensa masa de pobres que ahora somos pasto fácil para la pandemia.

Por eso, cuando algunos miopes o aduladores del gobierno dicen que gracias a Vizcarra “no estamos como Italia, España o EEUU” es exactamente al revés. En esos países la pandemia ya casi terminó y aquí recién ha empezado. Si una tragedia espantosa sucede en esos países ricos y desarrollados, no se necesita mucha imaginación para pensar cómo será el desarrollo de la pandemia en el Perú, que por las condiciones descritas, seguirá creciendo por 1 o 2 meses más, y posiblemente con rebotes seguirá extendiendo sus mortales garras a las zonas más vulnerables de Lima y el interior. Contra lo que se creyó al inicio que era cuestión de una cuarentena, la realidad es que vamos a tener al menos un largo año contando enfermos y muertos. No es casual que, ante esta evidencia, el mismo gobierno empezó a cambiar su discurso, como quien dice, curándose en salud: Vicente Zevallos, el premier, dice que al menos “estaremos así hasta fin de año”; Víctor Zamora, ministro de salud, dice que “habrá muchos muertos en sus casas y en las calles”…

La crisis económica

Ahora, el impacto de esta situación sobre la economía no solo es por la cuarentena y las restricciones que le seguirán, sino sobre todo por el retroceso de la economía mundial que a sus problemas crónicos agregó ahora la parálisis de las mayores economías del mundo debido a la pandemia. El Perú ha sido inscrito por la clase dominante como un país sumiso y dependiente de esas economías por lo que sus consecuencias aquí no pueden ser menores.

En este contexto, las consultoras empresariales Macroconsult y Apoyo han estimado que el PBI de este año caería entre -4.5% y -10%, dependiendo del control de la pandemia, pero en cualquier caso esos señores dicen que no habrá vuelta a la “normalidad” y que cualquier recuperación será lenta hacia el 2021 o quizá el 2022. En esta situación y perspectiva, para ellos, asesores empresariales, se trata de “salvar los negocios” empujando a los obreros al abismo del desempleo cuando no es suficiente recortar salarios, beneficios y otros derechos, mientras por el otro lado se empuja a otros sectores a la extrema pobreza. En plena cuarentena el 25% ya había perdido su empleo.
Viendo este panorama que ven los empresarios podemos entender la carta de la CONFIEP al Gobierno en la que describe sus demandas, y el decreto de “suspensión perfecta” que este acaba de aprobar.

Ahora, la “suspensión perfecta” es por 3 meses pero muy bien después podría ampliarse, como la cuarentena. En segundo lugar, todos sabemos que la suspensión perfecta es el primer paso para la solicitud de cese colectivo y muchas empresas la van a hacer, no solo porque habrá quiebras reales y disminución de la producción en otros, sino porque muchos aprovecharán la situación para deshacerse de los sindicatos y dirigentes combativos. No hay motivos para creer que no lo harán ahora, cuando ya lo hicieron en una situación “mejor” en más de 30 empresas.

Ahora, esto es así porque estamos bajo un sistema capitalista, sistema cuyo representante oficial es la CONFIEP pero que va más allá porque depende de los grandes centros financieros que gobiernan el mundo. Cuando algunos gritan contra “la maldita CONFIEP” lo hacen, en realidad, para liberar de responsabilidad a Vizcarra. En realidad él (lo mismo que Fernández de Argentina, Bolsonaro de Brasil, Piñera de Chile, etc.), solo es un “administrador” de este estado capitalista sumisos y dependientes del imperialismo mundial.  

Vienen por más

Ver este panorama y comprender el problema en su conjunto es indispensable para entender que no se trata solo del decreto de suspensión perfecta sino de que vienen por más: vienen a arrebatarnos nuestro trabajo, a recortar los derechos que ganamos, a liquidar nuestras organizaciones de lucha y, en general, a configurar nuevas condiciones de trabajo (o de explotación); todo esto, al mismo tiempo que seguiremos sufriendo la pandemia con centenares de enfermos y muertos, hasta “en las calles” como dice el que funge de ministro de salud.

Esta es la magnitud del desafío que tenemos al frente y del ataque que sufrimos. Acostumbrados día a día a trabajar con la esperanza puesta en un futuro incierto, hoy abrimos los ojos a una realidad cruel, dura, dramática, pero que es la forma cómo funciona el sistema capitalista, su Estado y sus agentes, y cómo responden a una crisis de su sistema: para ellos primero es y será siempre salvar los negocios capitalistas a expensas de la salud y del trabajo del pueblo pobre; por supuesto, con alevosía y ventaja, porque de ellos es el poder político, y adornado con llamados a la “unidad” que “juntos podemos”, discurso que hay que desnudar por su hipocresía.

¿“Concertar” con la CONFIEP? No, luchemos por una salida de los trabajadores

Ante esto, ante el hundimiento sanitario y económico del país, no hay ninguna posibilidad de “acuerdo” entre la CONFIEP y los trabajadores: ellos, como vemos, buscarán que nosotros pongamos los muertos y paguemos los costos; y nosotros no vamos a entregar nuestras vidas y nuestros derechos para que ellos salven sus pellejos y sus ganancias. Por eso la política de la CGTP que siempre apoyó a Vizcarra, de querer “concertación” con el Gobierno y la CONFIEP, no solo es equivocada sino que de concretarse lleva a la traición.

En lugar de “concertar” con quienes ahora se desnudan mostrándose como nuestros enemigos lo que necesitamos es un programa de emergencia de los trabajadores y los pobres. La CONFIEP tiene el suyo y la está aplicando con aval del Gobierno. Nosotros debemos formular y defender el nuestro. Algunos puntos de ese programa han venido siendo planteados por varios sindicatos y la Federación Textil, y que en buena cuenta se resumen en la consigna “primero nuestras vidas después sus ganancias”.

Los empresarios siempre han tenido de su lado a los gobiernos, por eso les resulta fácil aplicar sus medidas, como las que estamos viendo. Los trabajadores, los pobres y desposeídos siempre hemos tenido un solo recurso para defendernos y defender nuestros derechos: la lucha. Por eso al programa de emergencia debe ser defendido con un plan de lucha unido de todo el pueblo pobre y los trabajadores, articulado desde la CGTP. En lugar de llorar por la “traición” de Vizcarra o de seguir maldiciendo a la CONFIEP que hace lo que tiene que hacer porque para eso está, nosotros debemos hacer lo nuestro, lo que nos corresponde, que es plantear un programa alternativo a la crisis y aplicar un plan de lucha para lograr su realización.

Vienen y vendrán por más y lo único que nos queda es adoptar este camino. Los grandes hechos de nuestra historia han sido escritos por nuestro pueblo y la clase obrera en lucha. Nada de lo que tenemos nos han regalado. Son ellos o nosotros. En esta gran tarea los luchadores y sindicatos combativos forjados en años de duras peleas, tienen la misión de impulsar estas orientaciones, de hablarles claramente a sus compañeros y compañeras y, sobre todo, de colocarse en la primera línea de la pelea. Asimismo, tienen el deber de dar el paso para poner en pie ya una nueva dirección, un partido obrero y revolucionario, que sea garantía de conducir esta lucha hasta un final victorioso.

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