¡A LUCHAR CONTRA LOS DESPIDOS MASIVOS!



No solo es la pandemia. Es el descomunal ataque contra la clase obrera lo que nos amenaza.

Hace 15 días el diario El Comercio informó que como consecuencia de la actual crisis se producirían 250 mil despedidos del sector formal. Pero el día de hoy dicha cifra más que se ha duplicado: el diario La República informa que los despedidos del sector formal llegarían a 600 mil; el diario Expreso a su vez dice, también hoy, que estos ascenderían a 700 mil. Tal como va la crisis es probable que dichos cifras sigan en aumento.
Hay que considerar, también, que solo al inicio de la crisis los mismos diarios informaron que más de 1 millón de trabajadores con contrato precario habían perdido su empleo, y después otra encuesta reveló que el 25% había manifestado haberse quedado sin trabajo. No hay ninguna duda: la pérdida de empleo se ha convertido en el mayor golpe contra la clase trabajadora en medio de la crisis sanitaria.

Más que la devolución o no de los aportes a las AFPs y la liberación de las CTS, más que la “suspensión perfecta de labores”, e incluso más que la misma amenaza de contagiarse por el virus que puede producirse hasta de manera accidental, es quedarse sin trabajo. Ser arrojado a la calle en una situación donde no existe ninguna posibilidad de conseguir otro empleo equivale a ser condenado a morir de hambre junto a su familia, o a ser entregado a la pandemia porque la desesperación lleva a exponerse al virus.

De los trabajadores formales hay que considerar que un promedio del 70% son tercerizados o de servis, y se concentran principalmente en la industria minera y de servicios (limpieza pública, seguridad, etc.), y son trabajadores con contratos a plazo: textil y confecciones y agroindustria, etc. En estos casos el despido es simple: “término de contrato”.

Pero los trabajadores con contrato indeterminado tampoco están seguros. La ley faculta la aplicación de “ceses colectivos”. Antes del inicio de esta crisis 30 empresas ya habían aplicado esta modalidad, y aunque en varios casos fue ganada por los trabajadores la realidad indica que al final llegaron a ser reincorporados unos pocos. Ahora bien: si antes de esta crisis las empresas aplicaron ceses colectivos ahora tienen mucho más razones para hacerlo. Hasta las empresas más grandes, como las mineras o las de comercio que están activas, podrán mostrar “dificultades” por la caída global de las economías y por la misma contracción de la capacidad de consumo de la población, para solicitar ceses, con el fin de ensañarse sobre todo con las organizaciones sindicales y sus dirigentes. Para estos fines el MINTRA actúa como “engaña muchachos”: dice que “no permitirá” la aplicación abusiva de la ley. ¿Si lo ha permitido antes porque no lo haría ahora que el Gobierno se ha desnudado como una oficina de la CONFIEP?

La ley del Capital

Este tema de los despidos y otras brutalidades empresariales no son un tema moral, no se trata de buenos o malos empresarios, tema al que muchos reducen el problema abrigando alguna esperanza. Es la forma cómo funciona el sistema capitalista que está hecho para producir ganancias. Si la ganancia cae (lo que ocurre hoy) los capitalistas desinvierten, cierran fábricas, despiden; que es lo que están haciendo ahora con la venia de Vizcarra. Cuando pare la pandemia iniciarán un nuevo ciclo de crecimiento, pero apuntando a una mayor explotación de la clase obrera para recuperar y hasta aumentar su tasa de ganancia. Esto lo produce mediante dos mecanismos: reduciendo derechos que abaraten más el costo de la mano de obra, e introduciendo nuevas tecnologías y racionalizando la organización del trabajo para aumentar su productividad.

Por ello, ningún capitalista desaprovechará la actual crisis para producir estos cambios. Por eso tratarán de deshacerse de los sindicatos o dejarlos disminuidos, o deshacerse del personal que por sus años de servicios acumuló derechos para reemplazarlo por “pulpines” que ahora abundan de sobra, etc.

Defender el empleo

Por eso en el actual momento, junto al combate al Covid 19, es de vida o muerte defender el trabajo de todos y todas cual sea la modalidad. ¿Cómo? Exigiendo al Gobierno que promulgue una ley prohibiendo todo tipo de despidos. Esto, por supuesto, no será fácil porque ya hemos visto que Vizcarra es servil de la CONFIEP. ¿Pero qué cosa nos ha sido fácil si todo, todo lo hemos logrado luchando. Por eso todo depende de que actuemos, de que respondamos, de que luchemos para poder impedir que nos empujen al abismo.

En los últimos años hemos forjado sindicatos y dirigentes combativos que emergieron luchado en defensa de los derechos obreros. Ellos tienen en sus manos la tarea de organizarse y poner en pie de lucha. Habrá traidores que salvarán el pellejo al precio de entregar a sus compañeros, pero en la base siempre encontraremos reservas. Por supuesto, necesitamos de nuestra unidad y centralidad a través de la CGTP y demás centrales. Pero estos señores nunca garantizaron nada ni nada garantizarán ahora. Así como fue nuestra lucha contra la ley Pulpin, así también el éxito de la lucha actual depende de que nosotros desde las bases nos organicemos y la tomemos en nuestras manos.
Sí podemos. Ellos, los patrones y el Gobierno son unos cuantos, los trabajadores en cambio somos millones y al lado nuestro estará el pueblo pobre al que pertenecemos.

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