CORONAVIRUS: REALIDAD Y AMENAZA PARA LAS Y LOS TRABAJADORES. ¿QUÉ HACEMOS?


Redacción de Red Obrera

Estos días los medios de prensa se han enfocado en mostrar y criticar cómo la gente se vuelca a los supermercados para cargar con lo que puede, para no hablar ni menos poner en debate lo más alarmante de la actual situación: los graves problemas sociales y económicos que afectan hoy y afectarán más a las familias obreras y pobres. Si pues: puede verse ridículo a mucha gente cargando PH, ¿pero a quién se le ocurre pedirle a la gente que actúe racionalmente cuando, en realidad, nada de lo que vemos y vivimos es racional?

El pánico desatado tiene que ver con dos problemas: de un lado por la prensa que es sensacionalista porque fabrica noticias para vender y ahora lo hace en torno al coronavirus. La misma prensa que se burla de la ama de casa que desesperada levanta lo que puede en los supermercados es la que ha alimentado ese pánico. Pero además de la estimulación de la prensa la gente actúa conforme a lo que ve, a lo que constituye su propia vivencia, y esta indica que nadie cree en nada de lo que se dice por arriba por la disociación natural que existe entre la clase poseedora y la clase trabajadora en un país profundamente polarizado como el nuestro. Por ello, cuando la gente escucha decir a Vizcarra “todo está controlado” entiende que nada o muy poco está controlado; cuando se entera que las reuniones de los multimillonarios y altos gerentes se suspenden y muchos de ellos se aíslan en sus domicilios es porque algo grave sucede. Además, el pánico invade primero al más débil o al que se siente más vulnerable.  

Esta es la parte anecdótica. La parte sustancial es lo que está sucediendo en el espacio social y económico de las familias obreras y pobres. El dirigente del SITOB Wilfredo Llanos, cuenta su experiencia: va a una Posta Médica del Callao y no encuentra ni papel ni jabón, y ante su reclamo la respuesta que le dan es: “no hay plata”. Así están los hospitales públicos, donde tampoco existen médicos ni infraestructura suficiente para atender la emergencia que vivimos, lo que quiere decir que la extensión del virus se cobrará la vida de muchos pobres. La insalubridad tiene también que ver con el hecho de que más de la mitad de las escuelas no tienen agua ni desagüe, de que 7.5 millones de peruanos tampoco cuenten con estos servicios. La propaganda dice: “hay que lavarse las manos”, ¿pero cómo lo harán los que carecen de estos servicios, o cómo hacen los que no tienen dinero para comprar jabón o alcohol?

De lo que no se habla es de otro hecho peor aún: su impacto en la economía. Está en curso ahora mismo una ola de cierre de pequeñas y microempresas (restaurantes, albergues) dejando en la calle a miles de trabajadores/ras. Y las empresas más grandes están enviando a sus casas a muchos trabajadores o restringiendo operaciones, todo “a cuenta de vacaciones”, y cuentan con un nuevo pretexto para ajustarnos más, pisotear las libertades sindicales con la venia de la ministra y para no atender los pliegos de reclamos. Los “expertos” que siempre edulcoran las crisis, hablan de la caída de un punto en el PBI, lo que en la práctica significa que por lo menos este año tendremos una recesión. Y eso que aún estamos en el inicio de la pandemia. A todo esto hay que agregar el alza que se viene produciendo en los precios de las subsistencias, depreciando nuestros salarios.

Esto es: si ya venimos de sufrir ceses colectivos y despidos, estos ceses y despidos han dado un salto con la actual crisis viral y seguirán creciendo a su paso, si se vulneran nuestros derechos ahora lo vulnerarán más, si nos pagan poco ahora nos pagarán miserias…

Esta es la realidad, que, repetimos, cada día se hará peor. Así, aunque aún no seamos plenamente conscientes de eta realidad y lo que se viene, la agenda obrera ha sufrido un cambio dramático, sumando a nuestra lucha contra la reforma laboral del gobierno, los decretos de urgencia, los ceses colectivos, un conjunto de nuevas demandas que a modo de consideración los apuntamos:

- Presupuesto para más hospitales, más médicos, personal asistencial y para medicinas y materiales farmacéuticos. Distribución gratuita de insumos y materiales de protección y limpieza para los sectores pobres.
-Agua potable y servicios básicos para las poblaciones que carecen de ellos y para todas las escuelas.
-Ningún despido, ni un cese colectivo y reposición de todos los que fueron despedidos o en “suspensión perfecta”. Ningún descuento por estado de cuarentena y asistencia a familiares.
-Plan de obras públicas para la generación de empleo masivo.
-Aumento general para compensar la caída del valor adquisitivo de los salarios y pensiones.
-Expropiados de bienes de los corruptos y más impuestos a los ricos para financiar la emergencia.

La actual situación demanda con urgencia nuestra acción organizada. El gobierno y los patrones, aun cuando llegue la catástrofe, nos quieren quietos, resignados, atendiendo a nuestros enfermos y enterrando a nuestros muertos. Tampoco esperemos nada las centrales, consumido por otro virus: la burocracia. Por eso desde abajo, desde los sectores más conscientes y organizados de la clase trabajadora, y con aquellos hombres y mujeres que en la lucha han forjado su comprensión de clase y construido su coraje, es preciso, es urgente, tomar ya iniciativas.

Iniciativas tales como realizar asambleas de base para discutir esta situación con todos nuestros compañeros/ras, y para hacer un diagnóstico interno de vulnerabilidades y construir una agenda propia. 
Para llevar solidaridad a otras bases que enfrentarán reclamos concretos. Y juntarnos y unificar experiencias, a fin de canalizar hacia el gobierno la atención de las demandas más generales de los trabajadores, como las anotadas.

La defensa de nuestra vida y salud, y la de nuestro mismo trabajo que son las de nuestras familias, depende de nosotros mismos, de nuestra acción organiza y consciente. ¡Viva la clase trabajadora! ¡Vivan sus luchadores y luchadores en cuyas manos estará su destino!

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