#CORONAVIRUS, HAMBRE Y BALAS PARA EL PUEBLO

Con el ejército en las calles, el toque de queda y la ley del gatillo fácil que faculta a militares y policías a disparar a cualquiera, medidas que aprueba y hasta aplaude la alta sociedad y las clases medias, el gobierno pretende mantener confinada a la fuerza a los sectores más pobres optándola a escoger entre morir por el virus o por hambre.

Dos tercios de Lima reside en barrios, cerros y muchos carecen de servicios básicos. El interior no es diferente aunque la pobreza es más pronunciada. Esto hace que cuatro de cada cinco de sus habitantes deban vivir del comercio ambulatorio, de pequeños negocios y oficios diversos, que ahora debido a la cuarentena no pueden ejercer. A estos sectores el gobierno les ofreció un bono que equivale a un tercio del salario mínimo, lo que además de no alcanzar solo llega a una parte de ellos, mostrando mezquindad y absoluta ineptitud cuando se trata de asistir a los más vulnerables. Como nadie acepta ni aceptará morir de hambre, se está produciendo lo inevitable: protestas, conatos de saqueos y hasta enfrentamientos que, pese al ruido de las balas y el tronar de los tanques, los medios silencian, y que van a ir en aumento.

Aun con todo esto si realmente estuviéramos encaminados a una salida como desde Palacio se dice y creen muchos, podría tomarse como un “mal menor”, pero es exactamente lo contrario: el gobierno nos conduce a una catástrofe mayor.

Hace varios siglos ante pandemias parecidas la gente se escondía porque no había recursos, medicinas y la ciencia era incipiente. Ahora nos confinamos igual cuando hay recursos, medicina y ciencia en abundancia, porque estos no están a disposición de toda la sociedad sino de unos cuantos. Si bien no hay alternativas para la cuarentena no podemos celebrar esta medida de Vizcarra sin dejar de señalar su responsabilidad, y la de todos los gobiernos anteriores, en haber destruido la salud pública, exponiéndose a la actual situación de vulnerabilidad.

Por ello la actual cuarentena solo puede responder a un objetivo: detener la amplitud de las infecciones y evitar que los muertos se amontonen en las calles. El gobierno podría haber aprovechado el aislamiento para realizar las pruebas masivas para identificar los focos de infección y así contener de manera eficiente la pandemia, pero no lo hace porque no ha podido comprar hasta ahora los kits necesarios ni tiene los laboratorios para procesarlos. Así, cuando se levante la cuarentena, la propagación continuará y en el camino es casi seguro que volveremos a otras cuarentenas más, en medio de cada vez más infectados y más muertes, hasta no se sabe cuándo.

Sobre esta tragedia que en sí misma ya es devastadora para los más pobres se ciñe otra: la tragedia económica. Los efectos de la parálisis económica interna combinada con la parálisis de la economía mundial están provocando una contracción económica histórica, lo que traerá cierres de empresas, en otros casos recorte de operaciones y, en general, ajustes de gastos con el consiguiente despido masivo de trabajadores. En plena emergencia Cine Planet echó a la calle a todos sus trabajadores. Lo mismo está sucediendo en muchos lugares de trabajo pero no se cuantifica porque sucede principalmente en micro, pequeñas y medianas empresas, y porque el MINTRA oculta la información.  Todos los “especialistas” de la patronal reconocen que en los próximos meses serán despedidos decenas de miles de trabajadores del sector formal.

¿Qué hace el gobierno para evitarlo? Nada. Al contrario coloca dinero y cada vez colocará más en las cuentas de las empresas con el subterfugio de que ellos “garantizan” los empleos. Los empresarios no garantizan los empleos ni en tiempos normales, y si ahora el Estado les regala dinero será para que se los embolsillen mientras echan trabajadores a la calle. Además, les regala otras medidas: licencias indefinidas sin goce de haber (ahora no te necesito pero te puedo necesitar en algunos meses), negociación de reducción de salarios, etc. Y para que nadie vea esta realidad y, al contrario se vea a un Vizcarra “equitativo”, suelta dinero a los trabajadores, pero de sus propias reservas: CTS, AFP.

Así, en los próximos meses, mientras seguimos asolados por la pandemia viviremos un ataque sin precedentes de los patrones que descargarán con furia todo tipo de medidas para reducir sus pérdidas o directamente para ganar más aprovechando el pánico. Ninguna otra cosa podemos esperar de un sistema fundado en la competencia de quien hace más plata, y que todos, desde el gobierno y medios de prensa defienden porque son ellos los que les pagan.

Salida

Que hay otro camino por supuesto que la hay: la cuarentena en las zonas pobres la debe garantizar las propias organizaciones de base: comités de vecinos, rondas urbanas y campesinas, a cuyas cabezas pueden colocarse los numerosos líderes sindicales y juveniles. Estos mismos organismos también pueden organizar la ayuda a cada familia supliendo la ineficiencia del gobierno. Pero para Vizcarra y la CONFIEP esto de movilizar a la propia población es como despertar al mismo demonio, por eso prefieren tirar migajas mientras apuntan el gatillo en la cien de la gente.

Que se puede enfrentar mejor la pandemia, por supuesto que sí: hay que echar mano de todos los recursos públicos y privados para disponer de toda la infraestructura que se necesita. Hay que reconvertir fábricas para producir respiradores, unidades de cuidados intensivos, mascarillas, alcohol en gel, etc. Hasta un gobierno de derecha como el de Irlanda colocó toda la industria de salud privada bajo el control del Estado para hacer frente a la pandemia. Pero esto para Vizcarra y los que le apoyan, es herejía, porque para ellos el capital es primero luego la salud de los pobres.

Que se puede enfrentar la crisis económica, también. Los banqueros, mineros y petroleros y las 17 familias ricas del Perú han acumulado una riqueza que es mucho más de lo que tiene el 99% de los peruanos. Y esa riqueza no les cayó del cielo sino ha salido de nuestro trabajo, de los que hoy padecemos por el virus y el hambre. Echando mano solo a una parte de esa riqueza será suficiente para defender los empleos y atender las necesidades de la emergencia. Pero Vizcarra no piensa en esto ni en sueños, al contrario, les regala más dinero a los ricos y ofrece “ayudarlos” más; si al menos o hiciera condicionado a una ley que diga se prohíbe los despidos, podría justificarse, pero ni eso.

Nada de lo dicho es posible porque en realidad nos gobierna la CONFIEP. Tan es así que todos vemos cómo ponen el grito en el cielo y con ellos todos sus acólitos de la prensa, cuando apenas se ha sugerido la devolución del 25% de los aportes a las AFP, y de la plata que no es de ellos sino que nos pertenece.

De aquí la necesidad de tener una posición independiente del gobierno. Todos los que lo apoyaron y apoyan en la hora actual pintándolo como nuestro “salvador” no hacen más que ocultar su absoluta ineficiencia, justificar sus métodos represivos y disimular su manejo de la crisis enfocado en salvar primero a los empresarios antes que a los trabajadores y los más pobres. Así como vienen haciendo los sindicatos de Celima, Sitobur, Federación Minera y otros que no paran de denunciar estos hechos, así hay que seguir alzando más fuerte la voz todos los días, planteando estas u otras alternativas, y prepararnos para enfrentar la nueva ola de ataques que se preparan para después del 12 de abril.

(La foto de arriba corresponde a la primera huelga de trabajadores en Italia en medio de la pandemia)

Comentarios

  1. No te parece que están implementando el nuevo sistema online que tienen preparado, donde el 80% de la población trabajadora será reemplazada por los robots?
    Elpleito es la repartición del mercado que sin duda cambiará radicalmente.

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